CARLOS
CASTANEDA
LAS
ENSEÑANZAS DE DON JUAN
(Una
forma yaqui de conocimiento)
TRIGÉSIMA ENTREGA
PRIMERA
PARTE
“LAS
ENSEÑANZAS”
III
(10)
Sábado,
27 de enero, 1962
Apenas llegué a su casa
esta mañana, don Juan me dijo que iba a enseñarme cómo se prepara la mezcla de
fumar. Caminamos hasta los cerros y nos adentramos bastante por una de las
cañadas. Se detuvo junto a un arbusto alto y esbelto cuyo color contrastaba
marcadamente con el de la vegetación circundante. El chaparral en torno era
amarillento, pero el arbusto era verde brillante.
-De este arbolito debes
tomar las hojas y las flores -dijo-. El momento justo para cortarlas es el día
de las ánimas.
Sacó su cuchillo y
tronchó la punta de una rama delgada. Eligió otra rama similar y también la
tronchó de punta. Repitió esta operación hasta tener un puñado de puntas de
rama. Luego se sentó en el suelo.
-Mira -dijo-. Corté
todas las ramas encima de la horqueta que hacen dos o más hojas y el tallo.
¿Ves? Todas son iguales. Nada más usé la punta de cada rama, donde las hojas
están frescas y tiernas. Ahora hay que buscar un lugar sombreado.
Caminamos hasta que
pareció hallar lo que buscaba. Sacó del bolsillo un largo cordel y lo ató al
tronco y a las ramas bajas de dos arbustos, haciendo una especie de tendedero
donde colgó de cabeza las puntas de rama. Las ordenó con pulcritud a lo largo
del cordel; enganchadas por la horqueta entre las hojas y el tallo, parecían
formar una larga fila de jinetes verdes.
-Hay que ver que las
hojas se sequen en la sombra -dijo-. El sitio debe ser apartado y difícil de
alcanzar. Así las hojas están protegidas. Hay que dejarlas a secar en un sitio
donde casi sea imposible encontrarlas. Después de que se secan, hay que
ponerlas en un paquete y sellarlas.
Quitó las hojas del
cordel y las tiró en los arbustos cercanos. Al parecer sólo había querido
mostrarme el procedimiento.
Seguimos caminando y
don Juan cortó tres flores distintas, diciendo que eran parte de los
ingredientes y debían juntarse al mismo tiempo. Pero las flores se ponían en
sendas vasijas de barro y se secaban en la oscuridad; había que poner una tapa
en cada vasija para que las flores crearan moho dentro del recipiente. Dijo que
la función de las hojas y las flores consistía en endulzar la mezcla del
humito.
Salimos de la cañada y
nos encaminamos al lecho del río. Tras un largo rodeo volvimos a su casa. En la
noche estuvimos sentados hasta hora avanzada en su propio cuarto, cosa que rara
vez me permitía, y me habló del ingrediente final de la mezcla: los hongos.
-El verdadero secreto
de la mezcla está en los honguitos -dijo-. Son el ingrediente más difícil de
juntar. El viaje al sitio donde crecen es largo y peligroso, y seleccionar los
buenos es todavía más arriesgado. Hay otras clases de hongos que crecen allí
mismo y que no sirven; echan a perder a los buenos si se secan juntos. Requiere
tiempo conocer bien los hongos, para no cometer un error. Hay daño grave si se
usan los que no son: daño para el hombre y para la pipa. Sé de hombres que
cayeron muertos por usar el humo sucio.
“En cuanto los
honguitos se cortan, se meten en un guaje, así que no hay modo de revisarlos.
Ves, hay que deshebrarlos para hacerlos pasar por el cuello del guaje.”
-¿Cómo se puede
prevenir un error?
-Teniendo cuidado y
sabiendo escoger. Te dije que es difícil. No cualquiera puede domar el humito;
la mayoría de la gente ni siquiera hace el intento.
¿Cuánto tiempo se dejan
los hongos dentro del guaje?
-Un año. Todos los
demás ingredientes también se sellan un año. Luego se miden por partes iguales
y se muelen por separado, hasta que quede un polvo muy fino. Los honguitos no
necesitan molerse porque ellos solos se convierten en polvo finito; nada más
hay que desmoronar los trozos. Cuatro partes de hongos se añaden a una parte de
todos los demás ingredientes juntos. Luego se mezclan y se ponen en una bolsa
como la mía -señaló el saquito colgado bajo su camisa.
-Entonces todos los
ingredientes se juntan otra vez, y cuando se han puesto a secar ya estás listo
para fumar la mezcla que acabas de preparar. En tu caso, fumarás el año
entrante. Y el año después de ese, la mezcla será toda tuya porque la habrás
juntado solo. La primera vez que fumes, yo te encenderé la pipa. Fumas toda la
mezcla del cuenco y esperas. El humito vendrá. Lo sentirás. Te dará libertad de
ver todo cuanto quieras ver. Hablando con propiedad, es un aliado sin rival.
Pero quien lo busque debe tener una intención y fina voluntad irreprochables.
Las necesita, porque si no tiene intención y voluntad de volver, el humito no
lo dejará. Y después, también, debe tener intención y voluntad de recordar lo
que el humito le permita ver; de otro modo no será más que una mancha de niebla
en su mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario