HUGO GIOVANETTI VIOLA
HABEMUS CIELO
UNO: SOPA DE HORROR
SEGUNDA ENTREGA
5
Senel Rabí
tocó timbre en el cuartelito artiguista cuando la luna ya ascendía entre los
focos de mercurio de la calle Lepanto.
-Al final mi
madre pudo desenterrarlo durante la mudanza -le alcanzó un cassette el párroco
de San Alejandro a Abel Rosso, vichando deslumbradamente los cuadros que
superpoblaban la pieza delantera con kichenet del apartamento muy corroído por
la humedad. -¿Ese es tu padre?
-Isabelino
Pena retratado por Gurvich en el 53, con gacho de detective y todo.
-Un día
tenés que llevarme de visita a lo de tu tío Pirín. Jerónimo decía que en los
campamentos de la sierra recién pudo imaginarse lo que debe haber sido la
subida al Tabor.
-Y ahora que
mi tío está en la parrilla yo recién puedo entender lo que es la verdadera
santidad.
Después el
hombre calvo y barbudo hizo funcionar el cassette y escucharon una grabación
sin mezclar de la Canço del Lladre,
registrada en los 80 por Cristina Fernández y Ana Inés Zeballos.
-Pa, qué
PAX-LUX tremenda -suspiró Abel Rosso contemplando un proyecto de vitral
crístico constructivo que le había regalado Giovanetti Sanna a su padre cuando
fueron vecinos en la calle Valentín Gómez. -Yo la enseño como obra clásica
arreglada por Llobet y hace poco se la escuché a Serrat en catalán. Pero esto
asombra.
-Levrero
diría que es sublime. Mis viejos no
se separaron antes porque cuando mi madre escuchaba este demo sentía que
alguien le agarraba la frente para que vomitara
la tristeza. ¿No te llama la atención el final de la letra?
-¿Cómo es
que dice?
-Pájaros de la estación / donde a solas yo
soñaba / hoy le canto mi perdón / a quien los desenjaulaba. / Ya he perdonado
al ladrón / dueño de lo que robaba. ¿No te suena la idea de que Dios vendría a ser el único ladrón dueño de lo
que roba?
-A la mierda
-se agarró la cabeza el hombre casi viejo. -Eso está en Morir con Aparicio, claro.
-Es que mi
tío Jerónimo tomó la idea de tu novela. Tengo la primera edición toda rayada en
casa. Y además él no sabía un carajo de catalán pero yo creo que la compuso
pensando en mi madre y en mi hermana. Por eso a mi me gusta calificarla como
una canción dulcísimamente blasfema.
-¿Sabés que
tengo ganas de escribir una novela familiar y ponerle de título Michita y Pirín? Parece algo infantil y
hasta medio pedorro, pero Franny y Zooey en
inglés no debe sonar muy diferente.
-Mi madre se
pasó toda la vida releyendo Franny y
Zooey, aunque lo terrible es que
dice que para ella es como hacer un crucero por el paraíso. Porque apenas
la cierra ya pierde la fe y se le acaban las palpitaciones paradisíacas.
-Lo triste
es que es gracioso.
-Lo que no
es gracioso es que ahora precise escuchar a cada rato Maldigo del alto cielo.
6
Brenda Pumar
hizo sonar tantas veces el timbre de los Rosso que al final el hombrecito
apareció en salto de cama y con un bastón que se le resbalaba grotescamente
sobre el parquet.
-Bueno, esto
es lo que queda de la Espíritu Santo -se
presentó la mujer que irradiaba lo que Onetti hubiese calificado como una muchachez eterna. -¿Qué le parezco
ahora?
-Sentate
allí y tuteame o me pongo a llorar -le señaló un sofá Pirín. -Además no te
preocupes si no me entendés bien porque yo ya hablo muy borroso. Y eso es lo
que me pone más triste.
Entonces la
ex-actriz le sonrió a una foto de Julia Helena vestida para tomar la primera
comunión que colgaba al lado del póster de Casiopea
y no pudo contener un suspiro lastimoso:
-Qué divina
que era. Yo ni siquiera me casé de blanco.
-Ahora
cuando venga Michita hacemos unos mates -se frotó las manos el viejo. -¿Nunca
le escuchaste contar a Jerónimo la otra
historia de Jesús y la adúltera que
le enseñé en la Sierra de las Ánimas?
-A mí las leyendas bíblicas me tienen paspada. Ya
ni siquiera releo a Salinger.
-¿Pero alguien te explicó que en aquella época los
fariseos les daban carta de divorcio a las mujeres por cualquier cosa y después
salían a comprar nenas?
-No me extraña. El otro día leí que los musulmanes
siguen haciendo eso.
-Y una Pascua Jesús bajó de madrugada a predicar al
templo y los progresistas sacaron de
la cama a una chiquilina que se acostaba con el vecino porque la habría
comprado algún viejo degenerado y se la llevaron medio desnuda al Maestro con
las piedras ya prontas para matarla.
-Ta. Eso sí lo conozco.
-Pero lo que casi nadie sabe es que Jesús andaba
bajo de popularidad porque no quería que la gente lo siguiera sólo por los
milagros y al verlos venir pensó: Gracias,
Abba. Y enseguida que les hizo soltar las piedras zampándoles uno de los
versos más preciosos que se inventaron en todos los tiempos aparece una mujer
con un bruto cascote y antes de que reviente a la adúltera Jesús se para y
grita: Carajo, mamá. Dejame predicar un
rato tranquilo.
-Muy bueno -le floreció una especie de carcajadita
operística a Brenda. -Claro, Ella estaba
libre de pecado.
-Esta historia la escenificábamos con tu cuñado en
los fogones del pozo azul. Él hacía de Jesús y yo de pendeja adúltera.
-Y ahora por qué llorás.
-Porque cuando estrenaron Casiopea yo actuaba el chiste sintiendo que tenía tu cara. Y hoy me
viniste a ver.
En ese momento llegó Michita y después que hizo el
mate se comieron una bolsa de bizcochos y el viejo le contó a la mujer dorada
cómo Obdulio Varela le había enseñado a hablar chiflando con los pajaritos.
7
-Fue una homilía preciosa -esperó a que se fuera
toda la gente de la misa Michita para saludar a Senel. -¿Tiene cinco minutos?
-Lástima que usted no escuchó nunca al padre Hooper
-la hizo pasar a un salón el muchacho-hombre que resplandecía tan amieladamente
como la madre. -Abel dice que Freddy se mandaba por lo menos un golazo por
misa.
-Hoy usted hizo uno cuando explicó que según la
escritura hebrea deberíamos decir Al
César lo que es del César pero a Dios
lo que es de Dios.
-¿Cómo está su esposo?
-Mal. Vine a verlo por eso. Ahora se emperró en no
aceptar que le lleven la comunión a casa. Y ya es muy difícil que se recupere
como para seguir yendo a la parroquia.
-Yo podría convencerlo.
-Mire que él es dos personas al mismo tiempo: el hombre y Pirín -se rio tintineantemente Michita. -Al que tiene que convencer
es al hombre.
Senel se acomodó para seguirla escuchando con
intrigada devoción.
-Pirín es
el acariciador de la belleza triste
-se frunció la mujer con picardía: -En la Casa Soler era famoso porque les
tocaba las manos en secreto a las muchachas por abajo de las telas. Yo lo
conocí así y enseguida nos casamos.
-Qué linda historia.
-¿Usted sabe que Paco Espínola tuvo el proyecto de
escribir una novela basada en los rollos del Mar Muerto, donde se dice que
Jesús no murió crucificado?
-Lo único que conozco de Paco Espínola es el cuento
Qué lástima. Mi tío Jerónimo se lo sabía de memoria.
-Y un día el padre de Abel trajo a Espínola a la
casa-quinta donde vivíamos en Belvedere. Y se tomaron no sé cuántas botellas de
vineta casera hablando de Jesús. Mi esposo sabe mucho.
-Sí. A mi tío le prestó los libros de Ricciotti.
-Parece mentira, pero al final yo nunca pude
charlar con Jerónimo. Ayer su madre me dijo que murió de una cardiopatía
congénita, igual que la única criatura que tuvimos nosotros.
-Yo pensaba que usted no la conocía -se le nubló la
serenidad a Senel.
-Es que ahora que somos vecinas me tomé el
atrevimiento de ir a presentarme, porque para nosotros Casiopea es la octava maravilla del mundo. Y después Brenda vino a
visitarnos y mi esposo se transfiguró.
Él la llama Shejiná, a su madre.
-Es curioso. Hace mucho que ella no quiere ni que
le nombren la película.
-Pero Pirín le contó unas historias de Jesús y
terminamos llorando de la risa.
-Bueno, yo le prometo que en cualquier momento
caigo a convencer al hombre.
-Gracias -se levantó Michita para agarrarle las
manos al cura querúbico. -Pero mire que hay veces que Santiago se pone
terrible.
-Todo ángel es terrible, señora. A mi tío le pasaba
lo mismo.
-Sí. Por algo escribió aquello de que para iluminar
al mundo hay que quemarse vivo.
8
-Me dejaste con ganas de conocer tu cuartelito -se
puso a deletrear Brenda el póster de un concierto parisino de Pablo Regusci que
colgaba frente al de Casiopea. -Nadie
en el mundo puede hacerse ni la menor idea de lo que odio mirarme. ¿Vos sabías
que mi suegra se ahorcó?
Abel Rosso bajó la cara para cebar un mate:
-No. Jerónimo nunca me habló de eso.
-Y yo nunca te conté que la tarde que filmamos el
desnudo y entré en un pánico taquicárdico total y me pediste que lo llamara a
Atlántida para ver si me convencía él me hizo escuchar Ninguna en el teléfono.
-Tu piel -aterciopeló
una media voz extasiada el hombre parecido a Cézanne. -Magnolia que mojó la luna.
-Fue por eso que al final pude rodar la escena mirando a Jesús con los pezones y sintiéndome eterna. ¿Entendés?
Abel le alcanzó un mate pero ella no lo quiso.
-A mí me prohibieron tomar la comunión porque mi
madre era una maestra laica y vareliana.
Me pasé años soñando con tener un trajecito como el de mis amigas. Y después de
escuchar el tango Jerónimo me dijo que ya era hora de que dejara que la luna me
vistiera la tristeza.
-Te curó con un verso.
-Mi cuñado sabía que cuando estaba por cumplir los
quince una parienta me regaló una tela preciosa para el traje -se puso a
contemplar el techo húmedo Brenda. -En casa no fumábamos porque mi padre era
neumólogo pero una noche que hicimos engrudo en el garage para una pegatina nos
olvidamos de barrer y al despertarme encontré todos los puchos desparramados
arriba de mi raso. Esa fue una lección que me dio mi mamita.
-La barbarie ilustrada.
-Entonces les pedí que para mi cumpleaños me
regalaran un viaje a Florianópolis en lugar de hacerme un baile cool.
-Me dejaste shockeado con eso de que tu suegra se
ahorcó.
-De sopetón. Y lo peor es que el gordo dice que
Jerónimo se pasó una hora sentado en el borde de la cama sosteniéndola en
brazos, como si fuera La pietà al
revés. ¿Te das cuenta por qué nunca pudo curarse del alcoholismo compulsivo?
-Otro que quería irse al cementerio con su mamá. En
eso somos siameses, con él y tu ex-marido.
-Pero vos y el gordo zafaron.
-La pena es que recién pudimos zafar cuando ya se
nos había hecho mierda la sagrada familia.
-Pero mi pena
es que desde que Jerónimo se hizo mierda
el corazón como si lo único que importara en el mundo fuera imitar a Cristo
yo sentí que me habían arrancado para siempre el brillo de la magnolia -señaló
el afiche la mujer con la muchachez rocosamente
arrugada. -Y eso nadie lo entiende.
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