EDUARDO BARANZANO
“ABEL CARLEVARO ERA EL TÉCNICO
PERFECTO Y OLGA PIERRI LA EXPRESIÓN PERFECTA”
Entrevista realizada el 10 de febrero 2012 para
guitarra.artepulsado, en el marco de las VI Jornadas de Música de Archena (Murcia)
Eduardo, encantada de tenerte entre nosotros y que
nos concedas esta entrevista para guitarra.artepulsado. ¿Cómo comenzaste a
estudiar guitarra, la elegiste tú a ella o ella te cautivó a ti?
No recuerdo bien si la elegí yo o si me eligió
ella, es una cosa que muchas veces he pensado: uno elige al instrumento, pero
más bien es el instrumento quien elige a uno.
En mi entorno familiar siempre había algo de
música, pero no exactamente relacionado con la guitarra. Pero luego mi abuela
empezó a estudiar guitarra de acompañamiento a escondidas y un tío mío me
regaló una guitarra pequeñita. Más adelante, cuando había comenzado a estudiar,
mis padres se encontraron una guitarra en la calle y estuvieron esperando a ver
si venía alguien a por ella... los recuerdos son muy vagos, pero fue natural,
eso sí.
Cuando eras niño, ¿en qué contextos se estudiaba la guitarra clásica en
Uruguay? ¿Quiénes eran los grandes guitarristas de referencia?
En Uruguay se estudiaba mucho la guitarra, todo el
mundo tenía un guitarrista clásico en la familia y creo que hoy en día también.
De Uruguay salió una gran generación de
guitarristas muy buenos; somos allí tres millones de personas y alguno más
fuera del país, y la verdad es que si haces una lista de guitarristas
conocidos…, por ejemplo: Abel Carlevaro, Álvaro Pierri, Eduardo Fernández,
Baltazar Benítez, Óscar Cáceres, Betho Davezac. Hay muchos guitarristas
clásicos muy buenos y que siguen hoy en día haciendo una gran carrera. No diría
escuela, pero hay una generación de guitarristas que se han hecho muy famosos;
quizá la presencia de Segovia —quien vivió allí algunos años— tuvo
mucha importancia y mucho peso en su momento y quizá antes, la influencia de
los veinte años que vivió allí Agustín Barrios. El Río de la Plata, Buenos
Aires y Montevideo en especial fueron un importante foco guitarrístico.
Aprender guitarra clásica era muy común en mi época y seguro que ahora sigue
siéndolo. Al mismo tiempo, había una gran presencia de la guitarra popular,
pero eso tuvo un desarrollo más tardío... Se sigue estudiando por igual la
guitarra clásica y la guitarra popular o criolla sudamericana que se trabaja
muchísimo, hay muchos —y buenos— músicos y
guitarristas.
¿Tienes algún recuerdo especial que te gustaría
contarnos de tus años de estudiante?
De mis primeras épocas, me acuerdo cuando empecé a
estudiar con un profesor que daba clase a tres personas a la vez, estábamos
espalda con espalda y él pasaba cada diez minutos a tomarnos la lección,
recuerdo que nos enseñaba bastante bien, era muy consciente de la tarea del
profesor. Y él mismo fue el que me llevó a estudiar con Olga Pierri, me dijo:
“hasta aquí sé, no te puedo enseñar más y te voy a derivar a otro profesor”,
esto es algo muy importante y que no todos los profesores saben decirlo. Esto
dice mucho de aquel profesor: Antonio Botti. Empecé con doce o trece años a
estudiar con Olga Pierri y para mí era entrar en el mundo profesional, en
primera división.
¿Cómo llegaste al País Vasco?
Por casualidad, estuve viviendo en Madrid unos cinco
años, había cruzado el charco un poco para hacer concursos y para tratar de
hacer algo de vida musical porque en Uruguay era muy difícil, pues habíamos
pasado una dictadura y la vida se había complicado mucho. Estando en Madrid
cursé en el Superior de Madrid con José Luis Rodrigo. Y después de terminar los
estudios estaba con una beca, sobreviviendo más bien, tocando en el Metro y en
bares, y el día que se me terminaba la beca vi un anuncio en el que se
informaba sobre una oposición para profesor en San Sebastián. Algo me iluminó,
o algo me indicó que estaba el cartel allí, presenté documentos, concursé y
saqué la plaza.
Eres actualmente profesor de la cátedra de guitarra
en el Conservatorio Superior de Música de Pamplona. ¿Cuál es tu punto de vista
sobre la enseñanza de los estudios superiores de música en la especialidad de
guitarra en España?
Actualmente sí que estoy de profesor en esa plaza
de cátedra. Esto mismo me pasó en San Sebastián. Estuve de profesor en una
plaza de cátedra, después fui catedrático por oposición en San Sebastián, hasta
que vino la LOGSE, crearon Musikene y nos rebajaron de categoría de
catedráticos a profesores (sic!). Como catedrático trabajé bastante en el plan
66 y en los primeros años de la LOGSE, en aquellos años la situación de la
enseñanza era bastante diferente a la actual, había más competitividad, estaba
mejorando mucho el nivel guitarrístico en España y había más facilidad para que
los músicos pudieran realizar sus estudios. Hoy en día viendo cómo funcionan las
cosas en el Superior del plan LOE está muy complicado para el alumno dedicarse
al estudio del instrumento, está muy enfocado todo a la parte teórica. Hay una
parte teórica que tiene que estar, pero que debe dejar lugar a la práctica. Mis
alumnos hoy en día tienen muchas asignaturas, muchas horas de clase, y lo
tienen muy complicado para dedicarse al instrumento y poder trabajar otras
cosas. Curiosamente, antes no se tenían tantas horas de clases, ni siquiera en
el instrumento, pero se tocaban más obras y el repertorio podía ser mayor.
Básicamente lo que veo es que, en comparación, el alumno tiene menos
facilidades para poder practicar el instrumento, por lo que el nivel está bien,
salen guitarristas buenos, pero no veo que se haya conseguido el salto cualitativo
que se esperaba.
¿Qué consejo darías a los alumnos y alumnas que
están terminando los últimos cursos de los estudios superiores de guitarra?
Va a depender del alumno. La guitarra tiene una
característica dentro del mundo profesional: no forma parte de orquestas, así
que el destino es salir de un conservatorio como alumno para volver como
profesor. No hay muchas oportunidades de tocar. Hoy en día la vida laboral del
músico es muy complicada y más en esta situación creada real o ficticia de crisis.
Hay alumnos que son claramente pedagogos, hay alumnos que son grandes
instrumentistas. Tal vez les diría que reforzaran un aspecto que creo que
debería desarrollarse en el currículo de la asignatura —y trato de
hacerlo ahora en Pamplona— y es que el alumno sea creativo. Está
bien tocar el repertorio habitual, pero casi prefiero eliminar alguna de las
obras para que el alumno haga su propia producción, haga una composición y
desarrolle su parte creativa con el instrumento. Tengo un alumno que es compositor,
una alumna cantautora, hacen sus propias músicas y sus músicas forman parte del
repertorio que van a llevar al examen. No tenemos que crear sólo guitarristas
clásicos destinados a la interpretación como si fueran todos David Russell,
tiene que haber siempre alguien que sea un poco más creativo y que amplíe las
fronteras del instrumento. Luego vendrán las especializaciones, como en todas
las profesiones. Tengo alumnos que son eminentemente pedagogos. Éstos van hacer
muy bien a todos los guitarristas que vengan después y van a saber cómo
prepararles. Tengo un hijo, Marco, que está terminando el Superior (yo nunca
hice nada para que estudiara guitarra, ¡esa sí que fue una elección entre él y
el instrumento!). Él tiene una creatividad innata, ha sacado todo de oído, ha
compuesto mucha música, le falta aprender la parte teórica de la música, mi
consejo para él es que tiene que mejorar esa parte para ser un músico más
amplio; de hecho ya está siendo un músico que va muy bien en el mundo
profesional porque es capaz de tocar en muchos estilos y diferentes ámbitos.
Hacemos lo que nos gusta, pero si el hecho de hacer
lo que nos gusta nos perjudica la vida cotidiana, el ganarse los
"garbanzos", entonces es muy difícil que lo que estés haciendo
realmente lo disfrutes y lo puedas hacer a gusto.
¿Se tiene pues opción de hacer las dos
especialidades dentro de la carrera de guitarra?
Sí, yo tengo alumnos que están haciendo las dos
especialidades: pedagogía e instrumentista. Pero no pasa en todos los conservatorios.
Lo que pasa es que esto deberá cambiar después en las oposiciones que soliciten
profesor, es decir, cuando un conservatorio o una escuela de música pida un
profesor de guitarra, en sus bases tendría que decir que necesita un pedagogo y
no un concertista. ¿Dónde está la frontera? Pues habría que decirlo. Un
concertista de un instrumento debería estar al día, buena preparación y eso
tiene sus pros y sus contras, ya dependerá del centro mismo o de la política
que se quiere para una enseñanza, dependerá de qué nivel de enseñanza sea, la
mayoría de las veces vemos un concertista excepcional y decimos: yo quiero
estudiar con ese, pero muchas veces ese concertista no sabe enseñar (o no tiene
tiempo para dedicarse como debe a la enseñanza). Lo ideal sería que dependiendo
de en qué estadio se está, entonces es aconsejable la enseñanza con un pedagogo
o con un concertista. Habría que pensar mucho sobre eso y estructurarlo bien.
Dentro del repertorio guitarrístico, ¿te sientes
especialmente más identificado con algún estilo o época?
He ido por etapas. En mis primeras épocas el
Barroco y Bach me costaban mucho y ahora los entiendo perfectamente, ¡me llevo
muy bien con Bach!, sin embargo con Scarlatti no me encuentro demasiado a
gusto. Va por épocas de mi vida y por la forma de ser del compositor. Cuando
estudiaba con Olga Pierri descubrí el mundo de Brouwer, el de Moreno Torroba,
Ponce... y con este último me entiendo a la perfección, por ejemplo. De Moreno
Torroba me encantaba descubrir aquellos acordes que para mí eran sorprendentes.
Yo estudiaba los primeros cursos de armonía con Guido Santórsola, pero aquellos
acordes no me los enseñaba. Con Ponce me encuentro muy a gusto, con la música
renacentista… depende del compositor, capté mucho el estilo de música antigua
tocando en algunos grupos especializados. La música moderna me gusta mucho pero
quizá no tanto la muy experimental o vanguardista, a no ser que pase como ya te
dije antes, que depende del compositor. Algunos compositores me encantan, cuando
fui a la final de París por ejemplo, para la final te mandaban unas obras
obligadas. En esa ocasión era una obra de Bach y las Dos Canciones
Lidias de Nuccio D’Angelo. Me quedé fascinado con esa música con un
lenguaje nuevo, pero casi tonal. Depende pues del hecho del compositor mismo,
yo creo que engancho más con la persona que con la época. Toco mucha música de
amigos. También la música popular —de todos los estilos— me
atrae mucho. Por suerte la guitarra es una caja del tiempo y te permite viajar
a través de la música y conocer al compositor en cuestión. Dowland es un
personaje que me atrapa, lo disfruto y seguramente estoy con él mientras está
componiendo, me encanta.
¿Crees que un concertista de guitarra debe poseer
unas cualidades especiales?
Creo que sí, pero como tarea de profesor tengo que
hacer que el alumno salga tocando bien. Sería muy fácil ser profesor de un
conservatorio donde todos los alumnos son grandes guitarristas. Cuando das
clases tienes que saber sacar de los alumnos lo mejor y lograr que sean unos
buenos guitarristas y hagan una labor digna con la guitarra. Pero he visto que
de alguna manera el alumno, el músico que se encuentra más a gusto con la
guitarra tiene ciertas aptitudes. Si hablamos de las inteligencias múltiples,
las inteligencias espaciales, emocionales, por ejemplo. La guitarra tiene unas
coordenadas geométricas muy claras (trastes y cuerdas), así que las cuestiones
espaciales y el manejo tan diferente de las manos hacen que el que no tiene
estos aspectos tan desarrollados le costará más, no quiere decir que no pueda,
pero le va a costar más o va a tener otro tipo de desarrollo-aprendizaje. Es
decir, casi todos los alumnos que veo que funcionan mejor con el instrumento
tienen más desarrollados esos aspectos de la cuestión espacial y otros aspectos
como memoria auditiva, la memoria gráfica. Eso no quiere decir que sea
condición sine qua non, pero es bastante útil.
Muchas veces asistimos a conciertos de guitarristas
con una gran técnica pero que de algún modo no conectan emocionalmente con su
público, ¿dónde consideras tú que estaría el punto de equilibrio donde
confluyen técnica y musicalidad?
Me doy cuenta que se está asistiendo a una
sistematización de la musicalidad. Creo que los guitarristas o músicos en
general están tendiendo a hacer como los ordenadores que ‘humanizan’ la música.
Se modifica esto o aquello para que parezca más humano, por lo que se está
cayendo en sistematizar la musicalidad, es decir ¿qué hacer para que suene
musical, expresivo? Y hay gente que consigue engañarnos perfectamente, pero por
lo general se nos muestra el sonido más bonito, y se busca artificialmente una
sensación musical expresiva. Y esto sí que es un aspecto muy difícil de
cultivar; se puede mejorar, pero hay muchas cosas que se sienten o no se
sienten. No se puede actuar de sensible cuando no se es. Yo prefiero siempre
una interpretación musical a una interpretación técnica. Me acuerdo ahora de
que en casa de Olga Pierri había un cuadrito colgado en la pared: "Técnica
sin expresión no es más que la ruina del arte". Decía que era de Debussy,
pero me confesó hace poco que era de ella. Olga es en el mundo musical
guitarrístico uruguayo el polo opuesto a Carlevaro. Carlevaro era el técnico
perfecto y ella era la expresión perfecta. De cada persona tienes que pillar un
poco lo mejor y lo que venga bien. La técnica está muy bien, el mecanismo hay
que saber hacerlo muy bien, si no, al lado del cuadrito de Olga Pierri yo
colgaría otro… Me estoy acordando de un cuento de Benedetti en donde el
pianista tenía más olvidos que notas, ¿cuál es el punto justo?
Tengo
entendido que hace unos años hiciste de luthier y te construiste una guitarra,
¿nos puedes hablar de ella? ¿has tocado con ella en alguno de tus conciertos?
La construcción de instrumentos me atrajo siempre,
además cuando me fui a vivir a San Sebastián, como estaba la fábrica de
guitarras Admira allí cerca, colaboré mucho con ellos y ellos colaboraron
conmigo porque a mí me encantó la posibilidad de llevar a cabo ideas. Después
vinieron épocas difíciles personales y entonces me refugié un poco en la
luthería, no tenía ningún instrumento, no tenía guitarras con qué tocar, hubo
una época que tenía que tocar con guitarras prestadas, así que me tuve que
hacer una guitarra yo y tocar con ella, sonara como sonara. Hice una guitarra
reformando una guitarra vieja, le cambié muchas cosas, la tapa y demás... seguí
un poco los consejos de Fernando Sor, de los que aparecen en su Método.
Salió un híbrido, una guitarra un poco extraña, ¡utilicé un mástil de bajo
eléctrico!, bueno, sí, hice una guitarra un poco extraña, pero era mi diseño y
era una guitarra que aunque no sonaba demasiado, tenía un sonido muy agradable.
Toqué durante dos años con esa guitarra. Estuve haciendo una gira por Oriente
Medio, organizada por el Instituto Cervantes, y allí estábamos muchos
guitarristas: Ricardo Gallén, Iliana Matos, José Antonio Escobar… Yo recuerdo a
Ricardo probando mi guitarra durante mucho tiempo y bueno, no ponía mala cara,
tocó bastante rato... La opinión de la gente era que la guitarra sonaba como…
muy especial, un sonido muy bonito. Después conseguí otras guitarras para poder
tocar y seguí adelante, tengo muchas ideas y me gustaría llevarlas a cabo,
ahora estoy tocando más y no tengo tiempo de llevarlas a la realidad, estoy
tratando de convencer a algún luthier que se haga con la idea y a ver qué pasa.
La guitarra como instrumento habría que repensarla
mucho, las guitarras eléctricas por ejemplo han evolucionado muchísimo, no solo
la amplificación sino la construcción del instrumento, la afinación, la
extensión de las cuerdas, la facilidad del mástil... pero en la guitarra
clásica por tradición no se han cambiado y la verdad es que hay muchas cosas
que habría que cambiar…, la incomodidad del instrumento es una de las cosas que
habría que cambiar. Ahora estamos aceptando soportes tipo ‘gitano’ o
‘ergoplay’, pero antes no se admitían; ahora los luthiers están mejorando
algunas cosas, pero mantienen la estructura y la forma de Torres y no tiene por
qué ser así. Puede que haya una forma más aconsejable, habría que investigar.
Yo creo que algún día lo conseguiré con algún luthier.
Eres coautor de la traducción al español del Método
de Sor, junto con Ricardo Barceló. ¿Qué nos podrías contar sobre este trabajo?
Hace unos cuantos años, hablando con Ricardo
Barceló (que aparte de colegas somos parientes y coterráneos), nos propusimos
hacer la traducción y editarla. Sabíamos que no había ninguna traducción al
castellano del método de Sor, sí teníamos constancia de que había algunos
intentos de traducirlo, pero no había nada publicado, el original estaba en
francés y existían la traducción al inglés y al alemán. Pero faltaba la versión
española y editada. Fue un trabajo durísimo; sí que teníamos las referencias
publicadas en otros idiomas. Tenía muchos errores la propia versión original,
tuvimos que adaptarlo muy bien, fue un trabajo muy duro en muchos aspectos, de
hecho nos ayudó mucho mi hijo Sebastián, que es traductor de inglés, francés y
español. Estuvimos aclarando muchos conceptos; claro, la forma de hablar de
hace 180 años era diferente, por lo que hay muchos aspectos que hay que tener
en cuenta a la hora de hacer una traducción. Lo que nos entusiasmaba era hacer
justicia con un genio de la guitarra olvidado para el mundo castellano, nos
sorprende hoy en día la controversia y los problemas que surgieron, nos encontramos
con que no era fácil ni siquiera editarlo en España, ni en Sudamérica, de hecho
la edición fue hecha en Portugal. Teníamos que estar por el chat, traduciendo,
retraduciendo, revisando... mirando con diez ojos a la vez, una tarea que llevó
unos cuantos años. Y al final vio la luz en 2008 y ahora esperamos hacer una
próxima edición para mejorarlo.
Hace poco Paulino García Blanco me contaba que un
editor se jactaba de que su libro no tenía erratas, así que ponía esta frase:
“Este libro está exento de erritas”. Si ya tenía erratas el libro de Sor…, toda
edición tiene sus problemas, pero la cuestión era hacer justicia con Fernando
Sor. Es paradójico que dos uruguayos tengan que editar en Portugal, aunque es
verdad que con el auspicio de la Embajada Española.
Recientemente has participado en la grabación de la
banda sonora de una película libanesa que ha sido nominada a los premios Goya y
al Oscar a la mejor película extranjera Ha debido de ser una experiencia muy
bonita, que nos gustaría que compartieras con nosotros.
Bueno, hago un poco de historia, la película
libanesa se llama “¿Y ahora adónde vamos?”, de Nadine Labaki, conocida por su
anterior película “Caramel”, su esposo es Khaled Mouzanar, músico compositor y
él es el que hace las bandas sonoras para las películas de Nadine. Yo conocí a
Khaled y a Nadine a través de Jorge Drexler —fue alumno mío en
Uruguay cuando él tenía quince o dieciséis años—. Cuando nos encontramos
en el Festival de Cine de San Sebastián en septiembre de hace unos años, Jorge
me presentó a Khaled, hablamos de música y casualidades (Jorge cumple el 21 de
septiembre, Khaled el 27 y yo el 26). Me gustó su música…, en pocas palabras se
puede definir como una música muy simple, con acordes muy elementales, pero unidos
de forma muy especial, con una carga muy emotiva en cada melodía. Hice un par
de versiones de la banda sonora de ‘Caramel’, se quedó entusiasmado. Hace un
año me llamó para ir a grabar al Líbano, ¡en tres días debía estar allí!, me
enteré al llegar a Beirut de lo que tenía que tocar, sin partituras, ¡todo de
oído! Estuvimos día y noche grabando. Yo no había visto la película, la pude
ver en San Sebastián ahora en el estreno y es estupenda, creo que es una de las
películas que más me ha gustado a lo largo de toda mi vida, es una gran
película, ha tenido críticas de todo tipo pero ha ganado ya muchos premios, en
Toronto, en Cannes y en el mismo San Sebastián. Y la verdad es que la
experiencia ha sido increíble porque era la primera vez que tocaba música para
un film y que veía como iba el funcionamiento de la grabación. Es una tarea que
un guitarrista clásico debería saber hacer: estar preparado para algo así. Yo
no tenía una partitura, él me decía: “yo tengo esto tocado con el piano y
necesito que hagas una melodía…, que improvises sobre un tema…”. De hecho
recuerdo: la película tiene un tango y me dijo que necesitaba que le hiciera un
arreglo y armonización para la guitarra, entonces hice un acompañamiento de
tango a mi manera porque yo no soy especialista, pero recordando a Juan Falú y
sus consejos tocando tangos, lo hice... Terminamos de grabar y me dijo: “es
demasiado… no sé…” y me explicó la escena, que era una escena de amor, un
pequeño baile, una canción, tiene que ser algo más sutil, algo más suave y más
delicado, entonces tuve que volver a grabar con otro espíritu, “un Falú de
madrugada” y entonces fue que salió esta versión. La verdad es que es una
experiencia difícil, no es para todos, es muy intensa, tienes que saber
improvisar, tienes que saber sobre otro tipo de arreglos, tienes que saber
muchas cosas que en realidad no nos las enseñan en los conservatorios, son
cosas que he ido aprendiendo a lo largo de mi vida como músico y que trato de
enseñar ahora a los alumnos.
Donde se oye mejor la guitarra solista es en el
comienzo del "Tango" y la de "El cuarto de Nassim". Para la
grabación usé mi guitarra, una guitarra de la madre de Khaled, que vino muy
bien para el tango ya que era una guitarra con un sonido más popular, también
un guitalele, que es como un ukelele, también una guitarra portuguesa —de
las de fado portugués— y mi guitarra normal con afinaciones
diferentes. En tres días toqué muchísimos instrumentos de los muchos más que
tenía él allí; fue una tarea muy grande, la verdad es que fue agotador, pero
fue hermoso.
He tenido la oportunidad de asistir al XVIII
Festival de Guitarra de Zarautz que ha sido un gran éxito, y he podido vivir en
primera línea el gran trabajo que lleváis con este Festival. ¿Nos puedes
anticipar algo sobre la XIX Edición?
Será el fin de semana del 7 al 9 de diciembre y
será en homenaje a José de Azpiazu por el centenario de su nacimiento. Como es
habitual, se hará el concurso "Guitarras Admira", y en cuanto a las
actividades, mantendremos lo del año pasado: además de clases individuales, un
encuentro de orquestas de guitarras. Fue una experiencia muy interesante porque
de este modo el Festival llega también a alumnos de nivel medio y elemental.
¿En qué proyectos trabajas actualmente?
Pues tengo conciertos con el coro KUP que vamos a
hacer el Romancero Gitano de Castelnuovo-Tedesco, tengo conciertos por la
celebración del centenario del nacimiento de José de Azpiazu, tengo un proyecto
para grabar un disco con mi hijo Marco que ahora está estudiando en Barcelona y
está algo lejos, pero ya llegará... mucho trabajo en el Superior de Pamplona en
el que quiero emplearme a fondo y sacar buenos alumnos y como es una tarea de
ambas partes…, tengo demasiados proyectos a la vez, ¡¡ese es mi problema de
siempre!! ¿Qué más proyectos? Desde hace diez años por lo menos tengo ganas de
escribir un libro, pero siempre se va retrasando..., aunque voy juntando
plantitas por mis rincones como decía en su “Explicación falsa de mis cuentos”
el escritor Felisberto Hernández que como buen uruguayo, es poco conocido, pero
es genial.
Explicación falsa de mis cuentos -
Felisberto Hernández
"Obligado o traicionado por mí mismo a decir
cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos. No son
completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me
sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Esto me
sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es
misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia
constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un
momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a
acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podrá
tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin
embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta,
ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento: sólo presiento o deseo que tenga
hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos.
Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa,
sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo
sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará
mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una
planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma.
Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades
propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella
misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no
las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá,
pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser
desinteresada".
¿Qué le dirías a un niño pequeño para que se
interesara por la guitarra?
Pufff esa es muy difícil...
Por eso me gusta preguntarla siempre...
¿Se supone que es un niño que no sabe guitarra? Yo
creo que no soy muy invasivo... por ejemplo, a mis hijos no les llevé a
estudiar guitarra, traté de ver qué traían ellos como músicos, pero no les
obligué a ser guitarristas, al contrario, mi hijo Marco, antes estudiaba
percusión y en realidad se arrancó con la guitarra por su cuenta y Sebastián,
después de aprender algo de violín, también se hizo de una guitarra pero para
tener un grupo y cantar canciones, yo nunca les ‘obligué’ a ser guitarristas.
Yo veo más difícil que un niño pequeño se acerque a
la guitarra que a otros instrumentos, pero depende de su forma de ser, lo que
tiene y lo que necesita. Tengo un sobrino a quien aconsejé que sería
interesante para él aprender música… pero no guitarra… está estudiando trompeta
y muy bien.
Más bien trataría de ver qué intereses tiene el
niño y en su caso lo acercaría a la guitarra, pero creo que sería un poquito
más ‘psicólogo’.
Es lo que decíamos al principio. "No sabemos
si es el instrumento el que nos elige o somos nosotros los que elegimos el
instrumento".
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