ELENA PONIATOWSKA
“LOS EDIFICIOS NUEVOS SE CAEN PORQUE PRIMA
LA CORRUPCIÓN”
por Francisco de Zárate
(Clarín / 23-9-2017)
Elena Poniatowska tenía 53 años el 19 de septiembre de
1985, cuando el terremoto del que este martes se cumplían 32 años devastó la
Ciudad de México dejando unos 10 mil muertos y otras 250 mil personas sin
hogar. Con el también escritor mexicano Carlos Monsiváis (1938-2010),
Poniatowska trabajó entonces entrevistando a los damnificados junto a sus
edificios siniestrados, una experiencia que la marcó y que se convirtió luego
en “Nada, nadie. Las voces del temblor”, uno de los más de 40 libros de la obra
por la que en 2013 recibió el premio Cervantes en Madrid.
En su casa de la zona sur de la ciudad de México, Poniatowska dijo
durante una entrevista con Clarín que los temblores por su
área normalmente “se sienten poco” pero que el de este martes, que la agarró en
la calle frente a su casa, “se sintió fuertísimo”.
Además de la fecha, ¿qué cosas en común han tenido los dos terremotos?
Son siempre los más pobres los que la llevan peor. Así como la vida los
trata mal, el terremoto se ensaña contra ellos porque sus viviendas son muy
endebles. En 1985 se hizo una nueva ley de construcción, porque los edificios
gubernamentales, las maternidades, los hospitales jamás deberían caerse.
Deberían tener reglas muy estrictas de construcción, como debió haber tenido
esta escuela (Enrique) Rébsamen que no se tenía que haber caído. Se creyó que
después de aquella tragedia habría reglas de construcción muy buenas y aún así
se han caído muchos edificios construidos después de 1985.
¿Por qué?
En una ciudad como la nuestra que es demasiado enorme, siempre lo que
prima es la corrupción. Hace años no se pensó en fortalecer ciudades de
provincia, no se hizo por ejemplo un enorme puerto, y entonces toda la gente se
viene a la Ciudad de México a vivir, que cada vez se vuelve más riesgosa.
Ha sido sorprendente el despliegue voluntario en este terremoto…
Sí, porque los jóvenes son muy generosos. Van a las ferreterías, compran
casco y pala y se van a los lugares a sacar escombros durante horas y horas
bajo el sol y luego pues la gente, sus familiares, pero también otras gentes,
les hacen comidas, les llevan no sólo sandwiches sino que hacen de veras arroz
y comidas para que ellos coman y vuelvan a subir a las montañas de escombros.
¿Esta solidaridad es visible sólo en los terremotos?
Como ejemplo, en México, en los transportes públicos no se ve tanto a
hombres que se levanten cuando entra una mujer de edad o una mujer embarazada
para cederle el lugar, aunque ya es más común y corriente que se haga. Pero en
general la gente pasa una al lado de la otra sin verse, sin reconocerse, sin
hablarse, porque hay también una gran timidez. Las clases sociales están
sumamente separadas. Hay un abismo enorme en México entre una clase social y
otra. En este caso siempre son los jóvenes, los universitarios, los que salen a
la calle y empiezan a trabajar.
¿Cómo están los lugares afectados fuera de Ciudad de México?
Lo que importaría sería repartir todo. Parece que Jojutla está en el
suelo totalmente. También un lugar cerca de aquí, en Xochimilco, San Gregorio.
Parece que lo que hay que hacer es de veras mandar a los lugares más
necesitados, porque todo se concentra siempre en el Distrito Federal. Incluso
hay mensajes de que ya no manden, de que hay demasiadas botellas de agua en los
centros de acopio, pero hay lugares donde no hay nada. Yo no sé que mexicanos
han ido a Jojutla a ver qué está pasando.
¿Por qué?
Es que siempre todo se concentra en la capital. Yo recuerdo que en 1985
los de la provincia decían ‘qué bueno que les pase eso a esos pinches chilangos
que se quedan con todo, que se quedan con toda la comida, con los grandes
mercados, con todo’.
Dicen que el terremoto de 1985 contribuyó al fortalecimiento de la
sociedad civil, ¿este podría tener un efecto similar?
Se dice que no se va a gastar tanto dinero en política. Que del dinero
para la campaña de ahora, de 2018, se va a destinar el 50% o no sé qué
porcentaje a la reconstrucción y a ayudar a los damnificados. Ojalá sea cierto.
Pero yo creo que se tendría que hacer a través de una instancia internacional para
asegurar la transparencia.
Sin un organismo internacional, ¿no es posible hacerlo bien?
Hay mucha desconfianza. Hay que tener la humildad de aceptar que una
instancia internacional sea la que rija todo. A mí si me piden que manejara
dinero, yo como particular preferiría hacerlo con alguien que sabe hacerlo
mejor, ¿no?
¿Cree que puede usarse políticamente el terremoto?
Yo no tengo mentalidad política y no tengo la menor idea de cómo se
podría hacer. No sé. Supongo que lo que hay finalmente en un terremoto como
este, al igual que lo hubo en 1985, es una condena absoluta al partido oficial,
al PRI. Para nosotros tiene el significado de la corrupción porque para un
mexicano entrar a la política y llegar a un puesto importante significa
enriquecimiento personal.
Mientras se habla del terremoto no se habla de los 43 estudiantes
desaparecidos de Ayotzinapa, entre otros problemas del país...
En México se le apuesta siempre al olvido. Se apuesta al olvido de
Ayotzinapa, de las matanzas en las que sí, absolutamente, hay un responsable
humano. El terremoto no se puede culpabilizar a una persona en particular pero
en esas matanzas y desapariciones sí. En el caso de Ayotzinapa el culpable
obviamente es el gobierno. La apuesta grande del gobierno ante masacres como la
de Ayotzinapa de los 43 estudiantes es el olvido. Que los padres se cansen, que
se conformen.
¿El gobierno puede lograr ese olvido?
Yo creo que no es el gobierno el que actúa ahí. Es el tiempo.
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