ENCUENTRO
CON LA SOMBRA
(El poder del lado oscuro de la
naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbell.
ll
/ Marie-Louise von Franz / Robert Bly / Ken Wilber / Nathaniel Branden / Sam
Keen / Larry Dossey / Rollo May
/ M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y otros.
Edición
a cargo de Connie Zweig y Jeremia Abrams.
CIENTOCTOGÉSIMA
ENTREGA
DÉCIMA PARTE
RECUPERAR NUESTRO LADO OSCURO
MEDIANTE LA INTUICIÓN, EL ARTE Y EL RITUAL
41: ASUMIR LA RESPONSABILIDAD DE
NUESTRA PROPIA SOMBRA
Ken Wilber (6)
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una proyección es algo más simple aunque no necesariamente más fácil- cuando se
trata de cualidades, rasgos o ideas proyectadas porque estas no tienen un
sentido, por lo menos un sentido tan pronunciado como sucede con las emociones.
Los rasgos positivos o negativos, tales como la sabiduría, el valor, la
malicia, la avaricia, etcétera, parecen ser relativamente mucho más estáticos.
En este caso sólo deberemos preocuparnos de la cualidad, no de la dirección.
Obviamente cuando estas cualidades se proyectan, podemos reaccionar ante ellas
de un modo emocionalmente violento -y entonces podemos incluso proyectar esas
emociones reactivas y reaccionar ante ellas entrando en una especie de espiral
vertiginosa de proyecciones. Además, también puede suceder que sólo se
proyecten aquellas cualidades o ideas que estén cargadas emocionalmente. Sea
como fuere, si consideramos a las cualidades proyectadas en sí mismas podemos
re-integrar gran parte de ellas.
Los
rasgos proyectados, al igual que las emociones proyectadas, son también
cualidades que “vemos” en los demás y que no sólo nos informan sino que también
nos afectan profundamente. Normalmente se trata de cualidades que creemos que
poseen los demás, precisamente aquellas cualidades que más aborrecemos, las
cualidades que más violentamente condenamos. Poco importa que vituperemos
contra los aspectos más tenebrosos de nuestro corazón con la esperanza de
exorcizarlos. A veces las cualidades proyectadas son algunas de nuestras
propias virtudes y entonces solemos colgarnos de aquellas personas a las que se
las atribuimos y nos convertimos en una especie de guardaespaldas que intenta
monopolizar febrilmente a la persona elegida. En este caso nuestra inquietud
procede, por supuesto, del intenso deseo de mantenernos próximos a ciertos
aspectos de nosotros mismos.
En
última instancia, hay proyecciones para todos los gustos. Las cualidades
proyectadas -como las emociones proyectadas- siempre son las opuestas a
aquellas que conscientemente creemos poseer, pero, a diferencia de ellas, los
rasgos no tienen un sentido y su integración es más sencilla. En el primer
paso, exagerar nuestros opuestos, tendremos que darnos cuenta de que lo que
amamos o aborrecemos de los demás no son más que cualidades de nuestra propia
sombra. No se trata de algo que ocurra en nuestra relación con los demás sino
en la relación que sostenemos con nosotros mismos. Al exagerar nuestros
opuestos entramos en contacto con la sombra y, cuando comprendamos que somos
nosotros mismos quienes nos estamos pellizcando
dejaremos inmediatamente de hacerlo. Los rasgos proyectados carecen de
sentido y, por ello, su integración no requiere el segundo paso de la
inversión.
De
este modo, exagerando nuestros opuestos y concediendo un espacio a la sombra terminaremos
ampliando nuestra identidad y asumiendo también nuestra responsabilidad por
todos los aspectos de nuestro psiquismo, no sólo por nuestra empobrecida
persona. De este modo “rellenamos y salvamos” el abismo existente entre la
persona y la sombra.
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