19/9/17

HONORÉ DE BALZAC

PAPÁ GORIOT

Título del original: LE PÉRE GORIOT
Traducción : OSCAR HERMES VILLORDO
Prólogo de MANUEL PEYROU


SEXTA ENTREGA



EL REALISMO DE BALZAC (6)



Rastignac, que en Goriot es un testigo que pasará, como personaje importante, a otras obras de Balzac, es en la obra citada un joven provinciano indeciso, temeroso de cometer errores, ansioso de triunfar en París. No es necesario insistir en que está calcado sobre los mismos sentimientos y los hechos que movían o conmovían a Balzac cuando tenía la misma edad de su héroe. Sobre esto basta citar las curiosas observaciones de un amigo de Balzac, Jules de Petigny, recogidas por Lovenjoul, en su Histoire des Oeuvres d’Honoré de Balzac, y citadas por Castex. Dice Petigny: “Las primeras y las mejores novelas (novelas de La comedia humana), La piel de zapa, Papá Goriot, El lirio en el valle, hacen aparecer en primer plano un joven debutante en la vida, más torpe que tímido, con el corazón lleno de ardientes deseos que se centran en la primera mujer que llega, y chocan contra los mil obstáculos materiales que las convenciones sociales oponen a los amores novicios. Ese personaje tan ingenuamente trazado es Balzac, tal como yo lo conocí, y no dudo que la mayoría de los errores y de las pequeñas humillaciones de salón que atribuye a sus amores son simplemente recuerdos suyos.”


Dice Néatrix Beck que Balzac admira poco a las víctimas, aun las voluntarias, y que parece preferir a los conquistadores, a los dominadores como Vautrin. Esto nos hace volver sobre ese personaje, el más poderoso y misterioso de las obras de Balzac. Ya hemos dichos que hay varios Vautrin, según los libros en que el personaje aparece. Pero ahora debemos concretarnos al que actúa en Goriot. Ya vimos que Balzac, en una carta a un amigo, dice que el modelo de Vautrin existe. Ese modelo es Vidocq, cuyas actividades, como dijimos, interesaron al novelista e inclusive lo llevaron a cenar con él una noche en casa del filántropo Appert. Esa comida se realizó el 26 de abril de 1834 y en ella estuvieron, además del anfitrión, Balzac, Aejandro Dumas, Lord Durham, el verdugo Sanson y Vidocq. Los dos novelistas fueron los animadores de la reunión, junto con Vidocq. Este se mostró locuaz y alegre, es decir del mismo modo que Vautrin lo muestra en muchos pasajes de Goriot. Por otra parte, Balzac se había interesado en la actividad de Vidocq, y en sus famosas pesquisas y detenciones de bandidos alrededor de 1820. Luego Vidocq, destituido, como una justificación de su vida, accede a que L’Heritier de l’Ain y Emile Morice, por otra parte colaboradores de Balzac, escriban un relato sobre sus aventuras. Estas Memorias de Vidocq aparecen poco tiempo después y existe la prueba de que en 1830 Balzac adquirió los cuatro tomos que las integran. Las memorias tuvieron una gran influencia en la literatura mundial. Por lo pronto, las conoció Edgar Poe, cuyo relato La carta robada se inspira en un consejo de Vidocq sobre el lugar más apropiado para esconder un objeto precioso, que es, según las Memorias, el sitio donde se encuentran otros objetos similares. Muchos años después, el famoso Flambeau, el ladrón arrepentido y luego detective privado de los relatos de G. K. Chesterton, es indudablemente una hipóstasis de Vidocq; no está demás agregar que Flambeau, antes de su conversión, actúa en Las pisadas misteriosas, cuyo tema, el robo de objetos de valor durante una cena elegante, está también apuntado en las Memorias.


Se ha dicho que es una exageración el parecido encontrado entre Vautrin y Vidocq y que en Goriot el personaje inspirado en Vidocq es el jefe de policía Gondureau. No creo que está opinión sea acertada. En primer término, un mismo modelo puede servir para dibujar dos personajes, y de varios modelos un escritor experimentado generalmente concreta un personaje. En Goriot el autor, antes de promediar la novela, había prestado a Vautrin características físicas y morales del Vidocq delincuente. Luego tiene que hacer figurar un jefe de policía y recurre al Vidocq investigador, que utilizaba mujeres para sus detenciones. Todo indica una admiración de Balzac por Vidocq, o por lo menos, la seguridad del autor al ver en ese modelo un tipo representativo de la época, individualista, luchador y ambicioso.


Goriot es una novela sólidamente construida, con un desarrollo teatral, con planteo, intermedio y fin. Su fuerza vital surge en parte de que Balzac ha caracterizado todos sus personajes en forma minuciosa, distinta y, luego, en que toma la voz de cada uno sin equivocarse jamás. No hace por lo general juicios de valor; hace vivir a los personajes en entera libertad, de modo que Béatrix Beck ha podido decir que el autor queda casi en oposición con Goriot. Pero la pasión de Balzac vive en sus héroes y heroínas y es la inspiradora de sus frases desgarradoras sobre el corazón humano, sobre sus abismos y sus grandezas. También es sutil. “Las mujeres”, dice, “prueban lo imposible por medio de lo imposible y destruyen los hechos con presentimientos”.



Se ha insistido en que el “humor” de Proust es absolutamente original en lengua francesa. En Balzac existe ese “humor”. Las comparaciones desproporcionadas, las burlas feroces, de las cuales son un ejemplo los lamentos de la señora Vauquer cuando sus pensionistas la abandonan. Para terminar conviene volver sobre un concepto ya emitido en diversas formas acerca del realismo de Balzac. Las enumeraciones minuciosas, la descripción de los detalles, la pintura de ambiente no nos restituyen un mundo real. A lector actual le sugieren paradójicamente otro mundo, el de la eternidad del arte.

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