RICARDO AROCENA
LOS SECRETOS DEL PODER
Reflexiones sobre el devenir
histórico, el discurso del poder, las teorías “conspirativas”, los complots, la
verdad, la post verdad y lo que nos dicen sobre magnicidios, atentados, guerras
e invasiones.
CUARTA
ENTREGA
EL FASCISMO CORRIENTE
Europa, durante los
años en los que germinó el nazi fascismo, vivió sacudida por complots y
conspiraciones. Entre las organizaciones secretas que le fueron útiles destaca
La Cagoule, que fue creada en 1936, cuando triunfa el Frente Popular en
Francia. Con sus complots promovió en su contra un clima de tensión e
inseguridad, para justificar una intervención militar.
Una de sus ramas,
conocida como “Logia Masónica Hijos de Gergovie”, fue responsable de la
explosión de los edificios utilizados por la Unión de Empresarios Franceses y
la Unión de Empresas Metalúrgicas. Las investigaciones vincularon a los máximos
cargos de la Fábrica Michelin, entre ellos a Pierre Michelin, hijo del
Presidente de Citroen y uno de los mayores financiadores de la organización
secreta, con el atentado.
Entre otras
“perlas”, la Cagoule abasteció con armas a Franco y a solicitud de Mussolini
ejecutó a los dirigentes antifascistas Carlo y Nello Rosselli en el pueblo
francés de Bagnoles-de-l'Orne. El doble homicidio
fue organizado por François Méténier,
guardia personal del mariscal Pétain y fundador de la organización.
Este ejército secreto
fue creado a instancias del mundo de los grandes negocios, es más quien en los
inicios fue su principal dirigente, Eugene Deloncle, era un poderoso
empresario, íntimo amigo de Eugène Schueller, el fundador de L´Oreal. Entre las
firmas que han financiado a este grupo racista, antidemocrático y
antirrepublicano destacan Perfumes Coty, Cementos Lafargue, Pinturas Ripolin,
Renault y más de 200 firmas francesas. La organización no ha desaparecido, es
más, descendientes de sus fundadores, en la actualidad están señalados por
escándalos de corrupción que salpican al ex Presidente Nicolás Sarkozy.
JUEGO DE CARTAS
Por
lo que venimos viendo no es algo excepcional que el poder, sea cual sea el
mismo, recurra a la manipulación, para justificarse ante la opinión pública.
Por ejemplo, el ataque a la base norteamericana de Pearl Harbour fue
determinante para que EEUU ingresara en la guerra contra el imperio nipón, sin
embargo hay quienes afirman basándose en hechos, que no fue una sorpresa y que
los japoneses entraron en una trampa.
Pese
a que una semana antes un periódico norteamericano había informado de la
inminente agresión ya que disponía de un sugestivo mensaje cifrado, los
gobernantes norteamericanos no tomaron ninguna medida para impedir los hechos.
Para la opinión pública fue una sorpresa, pero no para el general George G.
Marshall y el Almirante Harold R. Stark, dos jerarcas militares de Washington.
Las
investigaciones realizadas pusieron en evidencia que faltaron a su deber al no
informar del riesgo a los mandos en Hawái, pero la “Comisión Roberts” convocada
para determinar responsabilidades, amañó las conclusiones y acabaron siendo
responsabilizados el Comandante de la flota Almirante Husband E. Kimmel y el
Teniente General Walter Short.
Testigos
privilegiados comentaron de “retorcida como una serpiente”, la actuación del
Presidente del Tribunal. Nuevas investigaciones pusieron en evidencia que el
Secretario de la Marina de los EEUU Frank Knox, y los mencionados Marshall y
Stark habían esperado en la Casa Blanca el bombardeo junto con el Presidente
Roosevelt durante aquella funesta noche.
Ya
que hablamos de conflagraciones, cabe recordar que la “Guerra Fría” por
momentos también fue caliente, por ejemplo cuando el conflicto entre EEUU y Vietnam,
que estalló luego de un incidente nunca comprobado en el Golfo de Tonkín. De
acuerdo al Presidente Lincoln B. Johnson los responsables fueron los
norvietnamitas por atacar destructores norteamericanos, pero observadores del
momento denunciaron que mentía para justificar la invasión.
El
incidente habría ocurrido durante una tormenta tropical: la versión oficial
dice que un destructor norteamericano logró detectar diez naves no
identificadas, pero en realidad los aviones que fueron enviados a
interceptarlas no encontraron a nadie, lo que no impidió el inicio del
conflicto.
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