CARLOS
CASTANEDA
LAS
ENSEÑANZAS DE DON JUAN
(Una
forma yaqui de conocimiento)
TRIGESIMONOVENA ENTREGA
PRIMERA
PARTE
“LAS
ENSEÑANZAS”
IV
(6)
Viernes,
6 de julio, 1962 (2)
A las 6 estábamos al
pie de las montañas que marcaban el final del valle. Trepamos a una saliente.
Don Juan dejó su saco y se sentó.
Yo tenía hambre de
nuevo, pero no nos quedaba comida; sugerí que recogiéramos el Mescalito y
volviéramos al pueblo. Pareció molestarse y chasqueó los labios. Dijo que
íbamos a pasar la noche allí.
Permanecimos sentados
en silencio. Había una pared de roca a la izquierda, y a la derecha estaba el
valle recién atravesado. Se extendía una distancia considerable y parecía ser
más ancho y menos llano de lo que yo pensaba. Desde esta perspectiva, se le
veía lleno de cerritos y protuberancias.
-Mañana echamos a andar
de regreso -dijo don Juan sin mirarme y señalando el valle. Caminamos de vuelta
y lo recogemos al cruzar el campo. Es decir, lo recogeremos sólo cuando se nos
presente en nuestro camino. Él nos
encontrará y no al revés. Él nos
encontrará… si quiere.
Don Juan se reclinó
contra el farallón y, con la cabeza vuelta hacia un lado, continuó hablando
como si hubiera otra persona aparte de mí.
-Otra cosa. Sólo yo
puedo recogerlo. Tú a lo mejor puedas cargar la bolsa, o caminar delante de mí,
todavía no sé. Pero mañana ¡no vayas a señalarlo como hiciste hoy!
-Lo siento, don Juan.
-Está bien. No sabías.
-¿Le enseñó su
benefactor todo esto sobre Mescalito?
-¡No! Nadie me ha
enseñado sobre él. Mi maestro fue el mismo protector.
-¿Entonces Mescalito es
como una persona con quien se puede hablar?
-No, no es.
-¿Entonces cómo enseña?
Permaneció callado un
rato.
-¿Te acuerdas de la vez
que jugaste con él? Entendiste lo que quería decir, ¿no?
-¡Sí!
-Así enseña. No lo
sabías entonces, pero si le hubieras prestado atención te habría hablado.
-¿Cuándo?
-Cuando lo viste por
primera vez.
Parecía muy molesto por
mis preguntas. Le dije que tenía que preguntar todo esto porque deseaba
averiguar cuanto pudiese.
-¡No me preguntes a mí! -sonrió con malicia-. Pregúntale a
él. La próxima vez que lo veas, pregúntale todo lo que quieras saber.
-Entonces Mescalito es
como una persona con quien se puede…
No me dejó terminar. Se
dio vuelta, recogió la cantimplora, bajó de la saliente y desapareció al rodear
la roca.
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