ESCRITOS DE HORACIO QUIROGA
QUINCUAGÉSIMA
ENTREGA
El eterno traidor (*) (2)
Ningún
escritor lo ignora. Y ninguno -sin excepción- recuerda al traducir en verso o
en prosa que la sustitución de una frase, un giro, un verbo, un simple
adjetivo, es una absurda tarea para el arte, mezquina para la honradez del
traductor, y criminal con el autor falsificado. Los poetas que traducen, al
verse a su vez traducidos, conocen perfectamente esto.
Ignórase
hasta hoy qué razones de peso para excusar esta tarea de miseria, dan los
traductores de versos. ¿Qué puede quedar de un verso -obra por excelencia de
concisión-, si tachamos cuidadosamente el par de verbos que lo exaltan, para
reemplazarlos por pobres sucedáneos que el traductor considera las más de las
veces superiores a los del original!
Corre
por todas las manos una antología traducida de poetas franceses, donde campean
estas excelencias que hemos apuntado. Por tratarse de poemas conocidísimos,
transcribiremos algunos para edificación de los lectores.
La
primera estrofa de “El albatros” de Baudelaire, está así traducida:
Souvent,
pour s’amuser, les hommes d’equipage
prennent des albatros, vastes
oiseaux des mers,
qui
suivent, indolents compagnons de voyage,
le
navire glissant sur les gouffres amers.
* * *
La gente marinera, con “crueldad
salvaje”,
suele cazar albatros, grandes aves
marinas
que siguen a los barcos, compañeros
de viaje,
“blanqueando en los aires como
blancas neblinas”.
Baudelaire
no habla de la crueldad salvaje de los marineros. Quien conozca al poeta medianamente,
sabe que en su espíritu, y para esta situación, no cabía tal grito de
condolencia. Tampoco nos habla nada de que los albatros blanquearan el aire
como blancas neblinas. De los cuatro versos de la estrofa, la mitad del primero
y el cuarto en su totalidad, pertenecen al numen propio del traductor. Y con
tales cambios, supresiones y rellenos, no se concibe cómo Baudelaire hubiera
llegado a reconocer su célebre soneto.
De
la canción décimo tercera de “Serres Chaudes”, de Maeterlinck, queda lo
siguiente:
J’ai cherché trente ans, mes soeurs
où est-il-caché!
J’ai marche trente ans, mes soeurs,
sans m’en rapprocher…
J’ai marche trente ans, mes soeurs,
et mes pieds sont las,
il était partout, mes soeurs
et n’existe pas!...
L’heure est triste enfin, mes soeurs,
otez mes sandales,
le soir meurt aussi, mes soeurs,
et mon âme a mal…
Vous
avez seize ans, mes souers,
allez
loin d’ici,
prenes
mon bourdon, mes soeurs,
et
cherchez aussi…
* * *
Yo busqué treinta años, hermanas,
¿sabéis dónde está?
Caminé treinta años, hermanas,
sin poder llegar…
Caminé treinta años, hermanas,
y no puedo más,
dondequiera hallábase, hermanas,
y no existe ya…
Mis sandalias quitad, hermanas,
la hora triste está,
ya agoniza la tarde, hermanas,
y me siento mal…
Id lejos, diez y seis años
ajustásteis ya;
empuñad mi báculo, hermanas,
y también buscad…
Las
canciones de Maeterlinck son apenas traducibles en prosa. Ni aun haciéndolo por
palabra; de tales elementos sutiles, y exclusivamente de la lengua francesa,
están formados esos poemas. Véase lo que queda de Maeterlinck en la transcripta traducción. “Sans m’en
rapprocher” está tan lejos de “Sin poder llegar”, como “Vous avez seize ans”,
de “Ya ajustaréis diez y seis años.” En fin…
“Los
conquistadores”, de Heredia, ofrecen ejemplos más definitivos:
Comme un vol de garfauts hors du
charnier natal,
fatigués de porter leurs misères
bautaines,
de Palos de Moguer, routiers et
capitaines
portaient, ivres d’un rêve héroïque
et brutal.
Ils allaient conquérir le fabuleux
métal,
que Cipango mûrit dans ses mines
lontaines,
et les vents alizés inclinaient
leur antennes
avec bord mistérieux du monde
Occidental.
Chaque
soir, espérant des lendemains épiques,
l’azur phosphorescent de la mer des
Tropiques
enchantaint
leur sommeil d’un mirage doré;
ou penchés à l’avant des blanches
caravelles,
ils regardaient monter en un ciel ignore
du fond de l’Océan, des étoiles
nouvelles.
* * *
Cual “bandada” de halcones la
alcádara “feudal”,
a Palos de Moguer, “hartos” de
altivas penas,
“dejaban” capitanes y “labradores,
llenas
las “almas” de un ensueño “hazañoso”
y brutal.
A conquistar “salían” el “mítico”
metal
que “corre” de Cipango por las “fecundas
venas”,
y los vientos alisios “llevaban”
sus antenas
al borde misterioso del mundo
occidental.
Cada noche esperando “crepúsculos
utópicos”,
el azul “chispeante” de la mar en
los trópicos
encantaba su sueño con un “matiz”
dorado;
o a “proa”, de sus naves “viendo”
las “blancas huellas”
“atónitos” miraban por un cielo
ignorado
del fondo del océano subir nuevas
estrellas.
En
este soneto, todas las expresiones entre comillas son ajenas a Heredia. Natal
ha sido sustituido por feudal; miserias, en el caso algo más que penas; partían
ha sido reemplazado por dejaban; soldado, por labrador; ebrio, por alma llena;
heroico, por hazañoso; salían, por iban; fabuloso, por mítico; madurar, por
correr; minas lejanas, por venas fecundas; inclinaban, por llevaban; épico, por
utópico; fosforecente, por chispeante; mirage,
por matiz.
El
traductor ha sustituido “penchés à l’avant des blanches caravelles”, por “a
proa de sus naves viendo sus blancas huellas”. Toda el ansia de la conquista
está en el verso de Heredia. Los conquistadores del traductor, en cambio, se
solazaban mirando desde la proa las blanca huellas que dejaban las carabelas.
Esta vez, ni el sentido del poema se ha salvado.
Cabe
suponer, con todo lo anterior, que las traducciones en prosa, de la prosa, se
ajustarán honestamente al original. Veremos otro día que no es así.
(*)
Publicado en Caras y Caretas, Bs.
As., nº 1422, 12 de mayo de 1926.
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