HUGO GIOVANETTI VIOLA
HABEMUS CIELO
DOS: ME SOBRA CORAZÓN
DECIMOSEXTA ENTREGA
21
Fue también cuando
terminó de repicar el décimo campanazo que Brenda le advirtió a Doris en el
apartamento de Erdbergstrasse:
-No te olvides que lo
del zinnober es un top-secret total.
-La madre de Poli sos
vos -pareció no haberla escuchado la mujer despeinada que ya se había asomado a
la calle para prender el segundo cigarrillo. -Pero te aviso que recién volvió
de ver a la amiga con una cara horrible.
-Tendría náuseas.
-El que se da cuenta
enseguida si vomita por el embarazo o por algún disgusto es Beto. Hoy le pasó
cuando nos mostró el regalo de los patos
lindos.
Entonces Brenda agarró
el neceser y al rato volvió del baño torciendo teatralmente una gran sonrisa
color malvón:
-Y ya que hablás de
patos, me imagino que lo que nadie te debe haber contado es que cuando nos
casamos con el gordo y tuvimos a los nenes mi hermano todavía estaba preso y
transformé el infierno tupamaro donde mis viejos vivían puteándose en una
fiesta de cisnes. Cada fin de semana. Durante varios años.
-Pero no hables con
odio.
-No. Hablo como una
cisne idiota, nomás. Y además mi ex-marido todavía se portaba como un príncipe azul
y lo llegaron a querer igual que a un hijo.
-Bueno -volvió a la
ventana Doris. -A mí el porteño degenerado que nos abandonó cuando los
chiquilines recién acababan de empezar la escuela los quería nada más que a
ellos, aunque prefería a Beto. Yo siempre fui un pedazo de carne para él.
-Es que tarde o
temprano se ponen todos iguales.
-Pero entre los iguales
hay algunos peores -se dio vuelta levantando la voz empenachada por una nube
agria la matrona del Osttirol, que empezaba a declinar hacia la obesidad. -Y yo
sé perdonar a cualquiera, aunque al Chacho no querría verlo nunca más en mi
vida y hoy me enteré que en el casamiento vamos a tener que aguantarlo cantando
porquerías. ¿No te das cuenta de que tu ex-marido por lo menos tuvo la
delicadeza de venir a Viena el mes pasado para que vos viajaras tranquila?
-Es que yo reconozco
que él es un buen hombre, pero tampoco lo quisiera ver nunca más en mi vida.
-¿Te ofendió tanto?
-La última vez que
discutimos por la venta del apartamento me zampó adelante de Senel que después
que viajé a ver la graduación de Poli sin avisarle y lo hice psicosomatizar el
cáncer me empezó a tener miedo y
dibujó una señal de la cruz en el aire y se despidió diciendo: Yo contigo ni a misa.
-En eso estuvo mal.
Y de golpe escucharon
pasos en la escalera y Brenda corrió al baño a lavarse la cara.
-El canal estaba
precioso -se puso las galochas de entrecasa Senel, asombrado por la humareda.
-¿Cuándo vas a empezarte a cuidarte el corazón de veras, mujer?
-Los pulmones, dirás.
Porque el corazón me brilla como cuando era chica.
22
Al otro día Beto dijo
que tenía que entregar unas partituras en la universidad pero fue a visitar a
su padre y lo encontró durmiendo.
-No lo puedo creer
-demoró mucho en abrir el hombrón de nariz afrutillada y granulosa que usaba un
piyama corto y olía a pasta de dientes y a resaca whiskera. -¿Qué te trae a
este infierno, Carajito?
-A lo mejor necesitaba
que me volvieras a decir Carajito, como cuando nos dabas los conciertos antes
de dormirnos.
-¿Hago un mate?
-Si querés.
El porteño sobrenombrado
Chacho abrió del todo la ventana interior para que se ventilara el monoambiente
mugriento donde dormía en el suelo y gritó desde el gabinete:
-Como podrás escuchar,
sigo meando de parado. Y que las manías vienesas me chupen los dos huevos.
Entonces Beto apoyó la
frente en el bastón mientras murmuraba palideciendo:
-Jesus. Ich wieB
dass du das Gebet des Herrn bist. Hilfe mir gut und glücklich zu sein und lass
mich nicht Farben der Welt zu vergessen. Amen.
-Che -tosió
atabacadamente y terminó gargajeando varias veces su padre. -¿No está medio mal
dicho ese Padrenuestro? ¿O la reforma de la iglesia lo achicó para que se
embolen menos?
-No. Esta es una
oración inventada por una chiquilina ciega que aparece en una novela de un
uruguayo amigo de Poli.
Y se quedaron callados
hasta que el hombre hediondo le puso el segundo mate entre las manos al
violinista y murmuró:
-Es tristísima.
-¿Te parece? A mí me
trajo a la cabeza aquellas noches cuando nos cantabas El último organito y yo me dormía como si me hubieran tapado la
cabeza con una sábana llena de estrellas. Era igual que oír a Mozart.
-Pero vos todavía no
estabas enfermo. ¿Cómo te iba a hacer sufrir justo con esa letra?
-Te quiero mucho,
viejo. Y creo que el otro día no te dije que tenía mucho miedo de que no
vinieras al casamiento.
Chacho volvió a ir
hasta el gabinete tosiendo perrunamente y después matearon un rato sin hablar
hasta que Beto informó:
-Ayer Karla se encontró
con Poli y le dijo que ustedes son ruinas
humanas, viejo. Pero para mí son tan importantes como los vitrales que
iluminan el retablo de la Virgen en la catedral. Y cada vez que pienso en
aquellos conciertos siento que la piedad es el sentimiento más grandioso del
mundo.
-Gracias, Carajito.
-Bueno, ahora tengo que
irme porque vamos a salir a pasear con mi suegra y mi cuñado por el Belvedere y
la Stephandoms. ¿No te podrás cuidar un poco más los fuelles?
23
Abel Rosso llegó a
darle la clase de guitarra a su tía Michita en taxímetro, porque cargaba con un
gigantesco afiche vidriado que le había regalado el doctor Rabí cuando volvió
de Viena.
-Pero si yo te pedí que
no vinieras -rezongó con dulzura la mujer muy resfriada. -Y además hay alerta
naranja para la noche. ¿Qué traés ahí?
-Más Klimt -empezó a
desenvolver la reproducción de la primera Judith
el hombre de compulsividad juvenil y barba semicanosa. -Esto es lo que le
mostramos a Brenda antes de que filmara La
galante calavera.
-Ah, no me dijo nada.
-Ella ya lo había visto
cuando viajó para la graduación de Poli, pero en ese momento no le podía
encontrar un sentido religioso.
-Perdoná. ¿Y esto qué
tiene que ver con la película?
-Lo que necesitábamos
era que Brenda se pudiese sentir el ánima
guerrera del divino Julio que defiende Zum Felde -señaló el título del
cuadro Abel. -Y por eso te lo traje hoy a vos: para que no te achiques y sigas
decapitando a Holofernes todos los días.
-Bueno, por lo menos el
lunes me animé a estrenar la pañoleta y ahora hasta me están saliendo unos
compases de la Mazurca -se puso los lentes para acercarse al resplandor
multidimensional la mujer que no se maquillaba desde que murió Pirín. -¿Pero cómo
me podés comparar con esta viuda tan preciosa, mijo?
-Dale: no jodas, tía. Y
andá a buscar la viola.
-Ahora entiendo por qué
a Brenda le venían las palpitaciones -estornudó varias veces Michita. -¿Te
acordás de aquel sermón de Senel cuando comparó a Judith con la Virgen María?
-Es que a Senel lo pone
muy histérico que la gente no entienda que Nuestra Señora tenía ovarios
guerreros. Dale, traé la guitarra.
-Hoy no, mijo. Estoy
muerta -se le esponjó la espalda de paloma a la viuda de ochenta y cinco años.
-Me siento mucho más muerta que Pirín. ¿Comprendés?
-¿Y vos te creés que yo
no me siento un cadáver a cada rato? -porfió el hombre ya viejo.
-Ta. Pero no te quejes.
Mi esposito tuvo que matar al Holofernes del Parkinson durante añares y cuando
ya se cagaba arriba era capaz de mirarte con más enamoramiento que esta gringa
de mierda.
-Bueno -murmuró Abel.
-Si te vas a poner así me voy.
-Sí, mejor. Yo te pago
el taxímetro.
-Es que hay Orden del
Señor de dejarte el cuadro a la vista para que salves a Israel de la tristeza
eterna. No preciso taxímetro.
-Bueno. Muchas gracias
por la Judith. Y ya que estás revisame
la afinación de la guitarra. ¿Klimt debía ser muy loco, verdad?
-Él se sentía un idiota
que despilfarraba oro adorando a las modelos putas.
-Putas no, nene. Las
que tenemos huevos para cortarle el cogote a la tristeza somos unas pobres
locas, nomás. Pero mirá qué brillo que le sacamos al mundo.
24
Beto y Senel se
quedaron esperando en la marmórea Sala Terrena del Palacio Belvedere a que las
mujeres compraran souvenirs, y el cura fotografió divertidamente a un
gigantesco Hulk verde cotorra erigido entre el trenzamiento de los figurones
mitológicos de las columnas.
-¿Vos sabías que estaba
este monstruo posmoderno aquí?
-Claro. Y hay gente que
ha llegado a considerarlo como una continuidad de la Wiener Seccesion.
-¿Vos te acordás de
Hulk?
-Bueno, en los 90 yo ya
no veía nada pero sé bien cómo es.
-Cuando conozca a tu
padre le voy a comentar que mi tío Jerónimo fue un precursor del stand-up en
las reuniones donde había demasiada culturosis.
Tenía que estar muy borracho y la gente se moría de risa y nosotros de
vergüenza, aunque yo siempre sentí que aquellas performances eran tan justas y necesarias como algunas
homilías donde me pongo histérico. Y frente a toda esta mamarrachez se hubiera
mandado un jocoso show de terribilità,
te lo puedo asegurar.
-Mirá que Jesús no
precisaba emborracharse para armar lío en Jerusalén -se le platearon como
lentejuelas las pupilas al violinista.
-Que se enteren Francisco I y María Teresa la enlutada y todo el Sacro
Imperio Romano Germánico que desde Yanquilandia acaba de llegar el irascible
vengador regenerado por los rayos gamma para glorificar el carnaval que
inventaron los déspotas del ateísmo ilustrado -habría empezado a ponerse medio
bizco el flaco de nariz discepoliana. -Ustedes
esperaban el auxilio del ex-guerrillero candidato al Premio Nobel de la Paz
pero el Robinjú uruguayo se quedó tomando mate con Rockefeller y entonces nos
mandaron al alter ego del pobre doctor Banner.
-Bajá la voz porque nos
van a echar -le advirtió el violinista a Senel, que se había callado un momento
para sondear atigradamente el resplandor marmóreo de la Engan: -Y después quién
aguanta a tu hermana.
-Lo más espantosamente
gracioso es que a este desparramo helenístico lo comparen con la imaginería
barroca -no le hizo el menor caso Senel a su cuñado, aunque ya sin imitar a
Jerónimo. -¿Y todavía piensan que en el firuleterío rococó de esos jardines
donde quisieron calcar la funcionalidad de los techos de Tiepolo pueda haber
algún soplo de gracia contrarreformista?
-Okey. Pero no sigas
armando escándalo porque ya deben estar por llegar las mujeres.
-Perdón -sonrió con los
colmillos todavía feroces el recién nombrado Vicario General de la Diócesis de
Montevideo. -Me contagié de Hulk. Pero no te preocupes que dentro de un rato
vamos a purificarnos con el Espíritu de la catedral, cuñado. Y te aseguro que
en este viaje se le va a terminar de abrir el cielo a mi madre y va a quedar
trasformada para siempre en una mujer-magnolia, por Orden del Señor.
Entonces Beto se secó el
sudor que ahora le chorreaba hasta los pómulos, como si de golpe le hubiese empezado
a llorar la calavera.
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