31/10/17


HUGO GIOVANETTI VIOLA


HABEMUS CIELO



DOS: ME SOBRA CORAZÓN



DECIMOSEXTA ENTREGA



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Fue también cuando terminó de repicar el décimo campanazo que Brenda le advirtió a Doris en el apartamento de Erdbergstrasse:

-No te olvides que lo del zinnober es un top-secret total.

-La madre de Poli sos vos -pareció no haberla escuchado la mujer despeinada que ya se había asomado a la calle para prender el segundo cigarrillo. -Pero te aviso que recién volvió de ver a la amiga con una cara horrible.

-Tendría náuseas.

-El que se da cuenta enseguida si vomita por el embarazo o por algún disgusto es Beto. Hoy le pasó cuando nos mostró el regalo de los patos lindos.

Entonces Brenda agarró el neceser y al rato volvió del baño torciendo teatralmente una gran sonrisa color malvón:

-Y ya que hablás de patos, me imagino que lo que nadie te debe haber contado es que cuando nos casamos con el gordo y tuvimos a los nenes mi hermano todavía estaba preso y transformé el infierno tupamaro donde mis viejos vivían puteándose en una fiesta de cisnes. Cada fin de semana. Durante varios años.

-Pero no hables con odio.

-No. Hablo como una cisne idiota, nomás. Y además mi ex-marido todavía se portaba como un príncipe azul y lo llegaron a querer igual que a un hijo.

-Bueno -volvió a la ventana Doris. -A mí el porteño degenerado que nos abandonó cuando los chiquilines recién acababan de empezar la escuela los quería nada más que a ellos, aunque prefería a Beto. Yo siempre fui un pedazo de carne para él.

-Es que tarde o temprano se ponen todos iguales.

-Pero entre los iguales hay algunos peores -se dio vuelta levantando la voz empenachada por una nube agria la matrona del Osttirol, que empezaba a declinar hacia la obesidad. -Y yo sé perdonar a cualquiera, aunque al Chacho no querría verlo nunca más en mi vida y hoy me enteré que en el casamiento vamos a tener que aguantarlo cantando porquerías. ¿No te das cuenta de que tu ex-marido por lo menos tuvo la delicadeza de venir a Viena el mes pasado para que vos viajaras tranquila?

-Es que yo reconozco que él es un buen hombre, pero tampoco lo quisiera ver nunca más en mi vida.

-¿Te ofendió tanto?

-La última vez que discutimos por la venta del apartamento me zampó adelante de Senel que después que viajé a ver la graduación de Poli sin avisarle y lo hice psicosomatizar el cáncer me empezó a tener miedo y dibujó una señal de la cruz en el aire y se despidió diciendo: Yo contigo ni a misa.

-En eso estuvo mal.

Y de golpe escucharon pasos en la escalera y Brenda corrió al baño a lavarse la cara.

-El canal estaba precioso -se puso las galochas de entrecasa Senel, asombrado por la humareda. -¿Cuándo vas a empezarte a cuidarte el corazón de veras, mujer?

-Los pulmones, dirás. Porque el corazón me brilla como cuando era chica.



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Al otro día Beto dijo que tenía que entregar unas partituras en la universidad pero fue a visitar a su padre y lo encontró durmiendo.

-No lo puedo creer -demoró mucho en abrir el hombrón de nariz afrutillada y granulosa que usaba un piyama corto y olía a pasta de dientes y a resaca whiskera. -¿Qué te trae a este infierno, Carajito?

-A lo mejor necesitaba que me volvieras a decir Carajito, como cuando nos dabas los conciertos antes de dormirnos.

-¿Hago un mate?

-Si querés.

El porteño sobrenombrado Chacho abrió del todo la ventana interior para que se ventilara el monoambiente mugriento donde dormía en el suelo y gritó desde el gabinete:

-Como podrás escuchar, sigo meando de parado. Y que las manías vienesas me chupen los dos huevos.

Entonces Beto apoyó la frente en el bastón mientras murmuraba palideciendo:

-Jesus. Ich wieB dass du das Gebet des Herrn bist. Hilfe mir gut und glücklich zu sein und lass mich nicht Farben der Welt zu vergessen. Amen.

-Che -tosió atabacadamente y terminó gargajeando varias veces su padre. -¿No está medio mal dicho ese Padrenuestro? ¿O la reforma de la iglesia lo achicó para que se embolen menos?

-No. Esta es una oración inventada por una chiquilina ciega que aparece en una novela de un uruguayo amigo de Poli.

Y se quedaron callados hasta que el hombre hediondo le puso el segundo mate entre las manos al violinista y murmuró:

-Es tristísima.

-¿Te parece? A mí me trajo a la cabeza aquellas noches cuando nos cantabas El último organito y yo me dormía como si me hubieran tapado la cabeza con una sábana llena de estrellas. Era igual que oír a Mozart.

-Pero vos todavía no estabas enfermo. ¿Cómo te iba a hacer sufrir justo con esa letra?

-Te quiero mucho, viejo. Y creo que el otro día no te dije que tenía mucho miedo de que no vinieras al casamiento.

Chacho volvió a ir hasta el gabinete tosiendo perrunamente y después matearon un rato sin hablar hasta que Beto informó:

-Ayer Karla se encontró con Poli y le dijo que ustedes son ruinas humanas, viejo. Pero para mí son tan importantes como los vitrales que iluminan el retablo de la Virgen en la catedral. Y cada vez que pienso en aquellos conciertos siento que la piedad es el sentimiento más grandioso del mundo.

-Gracias, Carajito.

-Bueno, ahora tengo que irme porque vamos a salir a pasear con mi suegra y mi cuñado por el Belvedere y la Stephandoms. ¿No te podrás cuidar un poco más los fuelles?



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Abel Rosso llegó a darle la clase de guitarra a su tía Michita en taxímetro, porque cargaba con un gigantesco afiche vidriado que le había regalado el doctor Rabí cuando volvió de Viena.

-Pero si yo te pedí que no vinieras -rezongó con dulzura la mujer muy resfriada. -Y además hay alerta naranja para la noche. ¿Qué traés ahí?

-Más Klimt -empezó a desenvolver la reproducción de la primera Judith el hombre de compulsividad juvenil y barba semicanosa. -Esto es lo que le mostramos a Brenda antes de que filmara La galante calavera.

-Ah, no me dijo nada.

-Ella ya lo había visto cuando viajó para la graduación de Poli, pero en ese momento no le podía encontrar un sentido religioso.

-Perdoná. ¿Y esto qué tiene que ver con la película?

-Lo que necesitábamos era que Brenda se pudiese sentir el ánima guerrera del divino Julio que defiende Zum Felde -señaló el título del cuadro Abel. -Y por eso te lo traje hoy a vos: para que no te achiques y sigas decapitando a Holofernes todos los días.

-Bueno, por lo menos el lunes me animé a estrenar la pañoleta y ahora hasta me están saliendo unos compases de la Mazurca -se puso los lentes para acercarse al resplandor multidimensional la mujer que no se maquillaba desde que murió Pirín. -¿Pero cómo me podés comparar con esta viuda tan preciosa, mijo?

-Dale: no jodas, tía. Y andá a buscar la viola.

-Ahora entiendo por qué a Brenda le venían las palpitaciones -estornudó varias veces Michita. -¿Te acordás de aquel sermón de Senel cuando comparó a Judith con la Virgen María?

-Es que a Senel lo pone muy histérico que la gente no entienda que Nuestra Señora tenía ovarios guerreros. Dale, traé la guitarra.

-Hoy no, mijo. Estoy muerta -se le esponjó la espalda de paloma a la viuda de ochenta y cinco años. -Me siento mucho más muerta que Pirín. ¿Comprendés?

-¿Y vos te creés que yo no me siento un cadáver a cada rato? -porfió el hombre ya viejo.

-Ta. Pero no te quejes. Mi esposito tuvo que matar al Holofernes del Parkinson durante añares y cuando ya se cagaba arriba era capaz de mirarte con más enamoramiento que esta gringa de mierda.

-Bueno -murmuró Abel. -Si te vas a poner así me voy.

-Sí, mejor. Yo te pago el taxímetro.

-Es que hay Orden del Señor de dejarte el cuadro a la vista para que salves a Israel de la tristeza eterna. No preciso taxímetro.

-Bueno. Muchas gracias por la Judith. Y ya que estás revisame la afinación de la guitarra. ¿Klimt debía ser muy loco, verdad?

-Él se sentía un idiota que despilfarraba oro adorando a las modelos putas.

-Putas no, nene. Las que tenemos huevos para cortarle el cogote a la tristeza somos unas pobres locas, nomás. Pero mirá qué brillo que le sacamos al mundo.



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Beto y Senel se quedaron esperando en la marmórea Sala Terrena del Palacio Belvedere a que las mujeres compraran souvenirs, y el cura fotografió divertidamente a un gigantesco Hulk verde cotorra erigido entre el trenzamiento de los figurones mitológicos de las columnas.

-¿Vos sabías que estaba este monstruo posmoderno aquí?

-Claro. Y hay gente que ha llegado a considerarlo como una continuidad de la Wiener Seccesion.

-¿Vos te acordás de Hulk?

-Bueno, en los 90 yo ya no veía nada pero sé bien cómo es.

-Cuando conozca a tu padre le voy a comentar que mi tío Jerónimo fue un precursor del stand-up en las reuniones donde había demasiada culturosis. Tenía que estar muy borracho y la gente se moría de risa y nosotros de vergüenza, aunque yo siempre sentí que aquellas performances eran tan justas y necesarias como algunas homilías donde me pongo histérico. Y frente a toda esta mamarrachez se hubiera mandado un jocoso show de terribilità, te lo puedo asegurar.

-Mirá que Jesús no precisaba emborracharse para armar lío en Jerusalén -se le platearon como lentejuelas las pupilas al violinista.

-Que se enteren Francisco I y María Teresa la enlutada y todo el Sacro Imperio Romano Germánico que desde Yanquilandia acaba de llegar el irascible vengador regenerado por los rayos gamma para glorificar el carnaval que inventaron los déspotas del ateísmo ilustrado -habría empezado a ponerse medio bizco el flaco de nariz discepoliana. -Ustedes esperaban el auxilio del ex-guerrillero candidato al Premio Nobel de la Paz pero el Robinjú uruguayo se quedó tomando mate con Rockefeller y entonces nos mandaron al alter ego del pobre doctor Banner.

-Bajá la voz porque nos van a echar -le advirtió el violinista a Senel, que se había callado un momento para sondear atigradamente el resplandor marmóreo de la Engan: -Y después quién aguanta a tu hermana.

-Lo más espantosamente gracioso es que a este desparramo helenístico lo comparen con la imaginería barroca -no le hizo el menor caso Senel a su cuñado, aunque ya sin imitar a Jerónimo. -¿Y todavía piensan que en el firuleterío rococó de esos jardines donde quisieron calcar la funcionalidad de los techos de Tiepolo pueda haber algún soplo de gracia contrarreformista?

-Okey. Pero no sigas armando escándalo porque ya deben estar por llegar las mujeres.

-Perdón -sonrió con los colmillos todavía feroces el recién nombrado Vicario General de la Diócesis de Montevideo. -Me contagié de Hulk. Pero no te preocupes que dentro de un rato vamos a purificarnos con el Espíritu de la catedral, cuñado. Y te aseguro que en este viaje se le va a terminar de abrir el cielo a mi madre y va a quedar trasformada para siempre en una mujer-magnolia, por Orden del Señor.


Entonces Beto se secó el sudor que ahora le chorreaba hasta los pómulos, como si de golpe le hubiese empezado a llorar la calavera.

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