LA PEQUEÑA CRÓNICA DE ANA MAGDALENA BACH
SEPTUAGESIMOSEGUNDA ENTREGA
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Cada miembro de la extensa familia de
los Bach, ya viniese de Erfurt, de Arnstadt, de Eisenach o de cualquier otro
punto de Sajonia, estaba seguro de ser bien acogido bajo el techo de Sebastián.
Educó a su sobrino Bernardo, hijo de su hermano mayor, que le había educado a
él, y ningún Bach le pidió inútilmente su ayuda. Su primo Juan Elías Bach, que
era entonces Cantor en Schweinfurt, estudió durante algún tiempo en Leipzig y
fue huésped querido en nuestra familia. Algún tiempo después de su marcha, nos
envió, como prueba de agradecimiento, un barril de vino. Pero, al abrirlo, nos
encontramos con que había desaparecido la tercera parte.
-Es verdaderamente lamentable -dijo Sebastián
contemplando melancólicamente el barril medio vacío-; hay que llorar por cada
gota que se pierda de este regalo de Dios.
El primo nos había prometido, para
más adelante, el envío de otro barril; pero Sebastián calculó que, después de
pagados los portes del barrilito medio vacío, le salía el litro de vino casi a
cinco groschen (1).
-No -dijo, una vez hecho el cálculo-,
cinco groschen por una medida es
demasiado, no volveremos a recibir vino de Schweinfurt. Es un regalo demasiado
caso. Escribiré a mi querido primo dándole las gracias por su bondad y su
regalo, y le rogaré que no nos haga más envíos.
Por necesidad y por costumbre,
heredada por todos los miembros de la familia Bach, era muy económico. Sólo
recuerdo una ocasión en que malgastó cierta suma de groschen en una broma musical. Durante algún tiempo se encontró con
un grupo de mendigos que se le acercaban con el mismo ruego, ascendiendo sus
voces en un crescendo de súplicas en
el que Sebastián pretendía discernir ciertos intervalos musicales. Hizo a
menudo como si fuera a darles algo, aparentando luego que no llevaba dinero
encima, con lo cual la gritería de los pobres se hacía penetrante. Les tendía
entonces una pequeña limosna, calmando así un poco la plañidera queja.
-Pero -dijo Sebastián al contarnos el
hecho-, quiero probar si una limosna mayor disminuiría progresivamente esas
quejas hasta su extinción completa.
Cuando volvió a encontrar al “cuarteto
de mendigos” -así llamaba a aquel grupo de vagabundos- les dio tan espléndida
limosna que, con gran diversión suya, vio que el concierto disonante se fue
apagando en la forma musical que había supuesto.
Notas
(1) Groschen: Moneda
fraccionaria, equivalente a la décima parte del marco oro.
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