30/10/17

LECCIONES DE VIDA

ELISABETH KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER



SEPTUAGESIMOPRIMERA ENTREGA



9 / LA LECCIÓN DEL ENFADO (2)



Muchas personas han crecido en familias en las que demostrar cualquier tipo de enfado está mal considerado o bien en otras donde el más mínimo problema provoca un estallido de rabia. No es extraño que no dispongamos de buenos modelos para expresar esta emoción natural. En general no sabemos qué tenemos que hacer con el enfado: nos preguntamos si es correcto, cuestionamos su validez, lo expresamos al destinatario equivocado y hacemos cualquier cosa menos experimentarlo. Sin embargo, el enfado es una reacción normal que resulta útil en el momento y lugar adecuados y en la proporción correcta. Por ejemplo, según se ha podido comprobar una y otra vez, los pacientes enfadados viven más. No se sabe con certeza si se debe a que han exteriorizado sus sentimientos o a que, al hacerlo, han recibido más atención. Lo que sabemos es que el enfado crea una reacción y nos ayuda a controlar el mundo que nos rodea. El enfado también nos permite establecer unos límites adecuados en nuestra vida. Siempre que no sea inadecuado, violento u ofensivo, el enfado puede constituir una respuesta útil y sana.


El enfado es uno de los sistemas de alarma más importantes de nuestro cuerpo, y como tal no deberíamos reprimirlo de una forma automática. El enfado nos indica que nos están haciendo daño y que nuestras necesidades no están siendo atendidas. El enfado puede constituir una reacción normal y saludable ante muchas situaciones. Por otro lado, al igual que la culpabilidad, puede ser una señal de que no estamos siguiendo nuestro sistema de creencias. Un enfado ocasional y proporcionado a los sucesos que lo provocan, es sano. Lo que causa problemas es lo que, en ocasiones, hacemos o dejamos de hacer con ese sentimiento. A menudo, tenemos tanto miedo de nuestro enfado y lo negamos con tanta intensidad que dejamos de ser conscientes de su existencia.



El enfado no tiene por qué ser una bestia horrible que consuma nuestras vidas. Es sólo un sentimiento. Y no nos lleva a nada analizarlo en exceso o preguntarnos si es válido, correcto o está justificado. Actuar así sería como preguntarnos si debemos tener sentimientos. El enfado no es más que esto, un sentimiento, y debemos experimentarlo, no juzgarlo. Como todos nuestros sentimientos, es una forma de comunicación y nos transmite un mensaje.

No hay comentarios: