18/10/17

PEDRO GAUDIANO

LOS VALORES DE JOSÉ ARTIGAS

(Para iluminar el bicentenario)



Setiembre 2011
Tierra Adentro Ediciones
Fundación Omar Ibargoyen Paiva
www.fundacionip.org



PRIMERA ENTREGA



A todo aquellos que tienen
la vocación de educar en valores
a las nuevas generaciones.



PRÓLOGO (1)

Dr. José Squadroni, S.J.

Ex rector de la Universidad Católica del Uruguay
Directivo de la Fundación Omar Ibargoyen Paiva



La personalidad de Artigas



La celebración del Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental está alumbrada por la personalidad de José G. Artigas, considerado en Uruguay como héroe máximo de la emancipación. La ocasión es propicia para promover y justificar la aparición de numerosos trabajos históricos que convergen en el empeño de iluminar las diversas facetas que caracterizan al Prócer.


Numerosas investigaciones se han realizado y publicado acerca de la rica personalidad de Artigas. No ha faltado la controversia en torno a él, que ha llevado a algunos a elevarlo al más alto pedestal, y a otros denigrarlo sin piedad alguna. Ante estos antagonismos de juicios vertidos por una y otra parte, los historiadores han logrado brindarnos paulatinamente no sólo una visión general de su personalidad, sino que también han podido aclarar el conjunto de valores que constituyen el núcleo más preciado de su persona.


Calmados con el tiempo los ánimos de la polémica, es justo recordar que la única forma de bucear honradamente en la realidad histórica es tratar de descubrir -exhumar- la verdad a través de los dichos, hechos y escritos de la persona investigada. Sólo la verdad nos hará libres para atribuir con justicia a cada individuo lo que constituye el fondo característico de su actuar, es decir, el conjunto de valores que lo guiaron en su desempeño histórico. Pues sabemos que las cosas no valen, sino que las hacemos valer. Los valores verdaderos son universales. Los valores son como la verdad: nos liberan, de acuerdo al evangelio de San Juan: “La verdad os hará libres” (Jn 8, 32). Uno es grande de acuerdo a los valores que lo guían.


En esta época en la que vivimos nos ha invadido una epidemia que mundialmente relativiza los valores más auténticos, saqueando las mismas bases de la sociedad. Necesitamos pensadores que revaloricen los valores que enriquecen a las personas y a las comunidades necesitadas de orientación. El ejemplo del Prócer puede ser un motivo de renovación de valores en este Bicentenario.


Existe una conformidad general con respecto a algunos valores menos discutidos, que o suscitan animosidad alguna en los espíritus y que dejan en paz aparente a quienes los formulan.


Puede haber dos formas de engaño o falsedad en las afirmaciones que realizamos. Una consiste en hacer pasar por verdad lo que sabemos que burda y sistemáticamente es falso; este actuar es menos frecuente. La otra, es callar y escamotear sistemáticamente una realidad o un hecho como si este nunca hubiera existido. Este tipo de fraude es sinuoso y difícil de detectar a no ser por alguien conocedor del tema.


Por largo tiempo una de las facetas más relevantes de la personalidad de Artigas ha sido relegada y confinada al silencio. Como si esa arista fuera algo denigrante y digno de ser ocultado en beneficio del ser nacional. Invito a reflexionar acerca de las frases seleccionadas para decorar el mausoleo de Artigas en la Plaza Independencia. La objetividad histórica exige que digamos toda la verdad, mientras que se nos muestra a un Artigas disminuido y mutilado en sus valores. Artigas es más grande que el conjunto de sentencias seleccionadas.


La faceta religiosa de Artigas es una de las características fuertes del Prócer, que iluminó su vida desde su bautismo en la catedral de Montevideo hasta la recepción del Santo Viático en Asunción, próximo a su fallecimiento. Nuestros escolares todos saben que Artigas en sus últimos años dijo: “¡Tráiganme a mi Morito!”; pero no se les enseña que el Prócer, en sus últimos años, rezaba el Santo Rosario diariamente con los guaraníes en su mismo idioma, leía la Biblia, enseñaba catequesis a los niños… y practicó su fe religiosa hasta hacer un gran esfuerzo para recibir la Santa Eucaristía de pie, pues estaba postrado en su lecho de muerte.


No nos avergoncemos de la verdad, que es la virtud que nos hará realmente libres.  No es necesario que alguien pertenezca a un credo religioso determinado para aceptar la verdad histórica de los valores y convicciones religiosas de un tercero. Pues hay tres cosas que no pueden ocultarse por mucho tiempo: el sol, la luna y la verdad. Porque la verdad la verdad a veces padece, pero nunca perece. Es lamentable que haya personas que prefieran escuchar mil mentiras antes que una verdad que no quieren aceptar (Samuel Johnson).


Romper las cadenas de los prejuicios de cualquier signo, será una forma realista y práctica de celebrar este Bicentenario, donde confluiremos todos, codo a codo, llevando nuestras propias convicciones y respetando las ajenas.



La fe religiosa no atropella, sino que deja espacio a la propia libertad. La verdad no se impone, se descubre. Los cristianos, junto con Artigas, compartimos una misma fe religiosa, la cual nos estimula a ser creyentes pero no crédulos. Artigas fue un hombre de fe, pero no un monaguillo. El valor de la fe es la brújula orientadora que marca un destino, pero que no dispensa de remar para llegar a buen puerto. Escamotear la sensibilidad y convicción religiosa de Artigas, lleva necesariamente a empobrecer y falsear su personalidad. Sabemos que poseía un profundo espíritu religioso, heredado de su familia y fomentado con su frecuente trato con los padres franciscanos de quienes fue alumno en su niñez.

No hay comentarios: