SAN
JUAN DE LA CRUZ
CÁNTICO
ESPIRITUAL
DECIMOSÉPTIMA ENTREGA
Canción
7.ª
Y
todos cuantos vagan,
de
ti me van mil gracias refiriendo,
y
todos más me llagan,
y
déjame muriendo
un
no sé qué que quedan balbuciendo.
DECLARACIÓN
1
/
En la canción pasada ha mostrado el alma estar enferma o herida de amor de su
Esposo, a causa de la noticia que de él le dieron las criaturas irracionales; y
en este presente da a entender estar “llagada” de amor, a causa de otra noticia
más alta que del Amado recibe por medio de las criaturas racionales, que son
más nobles que las otras, las cuales son ángeles y hombres. Y también dice que
no sólo eso, sino que también está “muriendo” de amor, a causa de una
inmensidad admirable que por medio de estas criaturas se le descubre sin
acabársele de descubrir, que aquí llama “no sé qué”, porque no se sabe decir;
pero ello es tal, que hace estar muriendo al alma de amor.
2
/
De donde podemos inferir que, en este negocio de amar, hay tres maneras de
penas por el Amado acerca de tres maneras de noticias que de él se pueden
tener. La primera se llama herida, la cual es más remisa y más brevemente pasa,
bien así como herida, porque de la noticia que el alma recibe de las criaturas
le nace, que son las más bajas obras de Dios. Y de esta herida (que aquí
llamamos también enfermedad) habla la esposa de los Cantares, diciendo: “Adiuro
vos, filiae Hierusalen, si inveneritis dilectum meum, ut nuntietis ei, quia
amore langueo”, que quiere decir: “Conjúroos, hijas de Hierusalén, que si
halláredes a mi Amado, le digáis que estoy enferma de amor” (5,8), entendiendo
por las hijas de Hierusalén a las criaturas.
3
/
La segunda se llama llaga, la cual hace más asiento en el alma que la herida, y
por eso dura más, porque es como herida ya vuelta en llaga, con la cual se
siente el alma verdaderamente andar llagada de amor. Y esta llaga se hace en el
alma mediante la noticia de las obras de la Encarnación del Verbo y misterios
de la fe; las cuales, por ser mayores obras de Dios y que mayor amor en sí
encierran que las de las criaturas, hacen en el alma mayor efecto de amor; de
manera que, si el primero es como herida, este segundo es ya como llaga hecha,
que dura. De la cual, hablando el Esposo en los Cantares (4,9) con el alma,
dice: “Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en el uno de tus
ojos y en un cabello de tu cuello.” Porque el ojo significa aquí la fe de la
Encarnación del Esposo, y el cabello significa el amor de la mesma Encarnación.
4
/
La tercera manera de penar en el amor es como morir, lo cual es ya como tener
la llaga afistolada, hecha el alma ya toda afistolada, la cual vive muriendo, hasta
que, matándola el amor, la haga vivir vida de amor, transformándola en amor. Y
este morir de amor se causa en el alma mediante un toque de noticia summa de la
Divinidad, que es el “no sé que” que dice en esta canción “que quedan
balbuciendo”. El cual toque no es continuo ni mucho, porque se desataría el
alma de el cuerpo, mas pasa en breve; y así queda muriendo de amor, y más muere
viendo que no se acaba de morir de amor. Este se llama amor impaciente, de el
cual se trata en el Génesis, donde dice la Escritura que era tanto el amor que
Rachel tenía de concebir, que dijo a su esposo Jacob: “Da mihi liberos,
alioquin moriar”: esto es: “Dame hijos, si no yo moriré” (Gen. 30,1) Y el
profeta Job decía: “Quis mihi det, ut qui coepit ipse me conterat?”; que es
decir: “¿Quién me dará a mí el que me comenzó, ese me acabe?” (6,9)
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