23/10/17

SAN JUAN DE LA CRUZ

CÁNTICO ESPIRITUAL


DECIMOSÉPTIMA ENTREGA


Canción 7.ª

Y todos cuantos vagan,
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.


DECLARACIÓN


1 / En la canción pasada ha mostrado el alma estar enferma o herida de amor de su Esposo, a causa de la noticia que de él le dieron las criaturas irracionales; y en este presente da a entender estar “llagada” de amor, a causa de otra noticia más alta que del Amado recibe por medio de las criaturas racionales, que son más nobles que las otras, las cuales son ángeles y hombres. Y también dice que no sólo eso, sino que también está “muriendo” de amor, a causa de una inmensidad admirable que por medio de estas criaturas se le descubre sin acabársele de descubrir, que aquí llama “no sé qué”, porque no se sabe decir; pero ello es tal, que hace estar muriendo al alma de amor.


2 / De donde podemos inferir que, en este negocio de amar, hay tres maneras de penas por el Amado acerca de tres maneras de noticias que de él se pueden tener. La primera se llama herida, la cual es más remisa y más brevemente pasa, bien así como herida, porque de la noticia que el alma recibe de las criaturas le nace, que son las más bajas obras de Dios. Y de esta herida (que aquí llamamos también enfermedad) habla la esposa de los Cantares, diciendo: “Adiuro vos, filiae Hierusalen, si inveneritis dilectum meum, ut nuntietis ei, quia amore langueo”, que quiere decir: “Conjúroos, hijas de Hierusalén, que si halláredes a mi Amado, le digáis que estoy enferma de amor” (5,8), entendiendo por las hijas de Hierusalén a las criaturas.


3 / La segunda se llama llaga, la cual hace más asiento en el alma que la herida, y por eso dura más, porque es como herida ya vuelta en llaga, con la cual se siente el alma verdaderamente andar llagada de amor. Y esta llaga se hace en el alma mediante la noticia de las obras de la Encarnación del Verbo y misterios de la fe; las cuales, por ser mayores obras de Dios y que mayor amor en sí encierran que las de las criaturas, hacen en el alma mayor efecto de amor; de manera que, si el primero es como herida, este segundo es ya como llaga hecha, que dura. De la cual, hablando el Esposo en los Cantares (4,9) con el alma, dice: “Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en el uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello.” Porque el ojo significa aquí la fe de la Encarnación del Esposo, y el cabello significa el amor de la mesma Encarnación.



4 / La tercera manera de penar en el amor es como morir, lo cual es ya como tener la llaga afistolada, hecha el alma ya toda afistolada, la cual vive muriendo, hasta que, matándola el amor, la haga vivir vida de amor, transformándola en amor. Y este morir de amor se causa en el alma mediante un toque de noticia summa de la Divinidad, que es el “no sé que” que dice en esta canción “que quedan balbuciendo”. El cual toque no es continuo ni mucho, porque se desataría el alma de el cuerpo, mas pasa en breve; y así queda muriendo de amor, y más muere viendo que no se acaba de morir de amor. Este se llama amor impaciente, de el cual se trata en el Génesis, donde dice la Escritura que era tanto el amor que Rachel tenía de concebir, que dijo a su esposo Jacob: “Da mihi liberos, alioquin moriar”: esto es: “Dame hijos, si no yo moriré” (Gen. 30,1) Y el profeta Job decía: “Quis mihi det, ut qui coepit ipse me conterat?”; que es decir: “¿Quién me dará a mí el que me comenzó, ese me acabe?” (6,9)

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