ANTONIN
ARTAUD
EL
TEATRO Y SU DOBLE
Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda
DECIMOTERCERA ENTREGA
1
EL
TEATRO Y LA PESTE (9)
Un desastre social tan
generalizado, un desorden orgánico tan misterioso, ese desbordamiento de
vicios, ese exorcismo total que acosa al alma y la lleva a sus últimos límites,
indican la presencia de un estado que es además una fuerza extrema, y en donde
se redescubren todos los poderes de la naturaleza, en el momento en que va a
cumplirse algo esencial.
La peste toma imágenes
dormidas, un desorden latente, y los activa de pronto transformándolos en los
gestos más extremos; y el teatro toma también gestos y los lleva a su
paroxismo. Como la peste, rehace la cadena entre lo que es y lo que no es,
entre la virtualidad de lo posible y lo que ya existe en la naturaleza
materializada. Redescubre la noción de las figuras y de los arquetipos, que
operan como golpes de silencio, pausas, intermitencias del corazón,
excitaciones de la linfa, imágenes inflamatorias que invaden la mente bruscamente
despierta. El teatro nos restituye todos los conflictos que duermen en
nosotros, con todos sus poderes, y da a esos poderes nombres que saludamos como
símbolos, lanzados unos contra otros en una lucha imposible; pues sólo puede
haber teatro a partir del momento en que inicia realmente lo imposible, y
cuando la poesía de la escena alimenta y recalienta los símbolos realizados.
Esos símbolos, signos
de fuerzas maduras, esclavizadas hasta entonces e inutilizables en la realidad,
estallan como increíbles imágenes, que otorgan derechos ciudadanos y de
existencia a actos que son hostiles por naturaleza a la vida de las sociedades.
Una verdadera pieza de
teatro perturba el reposo de los sentidos, libera el inconsciente reprimido,
incita a una especie de rebelión virtual (que por otra parte sólo ejerce todo
su efecto permaneciendo virtual) e impone a la comunidad una actitud heroica y
difícil.
Así es como en la Annabella (*) de Ford, desde que se alza
el telón asistimos totalmente estupefactos al espectáculo de un ser que
reivindica insolentemente el incesto, y que emplea todo el vigor de su
conciencia y su juventud en proclamar y justificar esa reivindicación.
No vacila un instante,
no duda un minuto; y muestra así que poco cuentan las barreras que pudieran
oponérsele. Es criminal con heroísmo y heroico con audacia y ostentación. Todo
lo empuja por ese camino, y todo lo inflama su entusiasmo; no reconoce tierra
ni cielo, sólo la fuerza de su pasión convulsiva, a la que no deja de responder
la pasión también rebelde e igualmente heroica de Annabella.
“Lloro -dice Annabella-,
no por remordimiento, sino porque temo no poder sacra mi pasión”. Ambos son
falsarios, hipócritas, mentirosos en beneficio de esa pasión sobrehumana que
las leyes obstaculizan y condenan, pero que ellos pondrán por encima de las
leyes.
Venganza por venganza y
crimen por crimen. Los vemos amenazados, acosados, perdidos, y ya vamos a compadecerlos
como víctimas cuando se revelan dispuestos a devolver al destino amenaza por
amenaza y golpe por golpe.
(*) La pieza de Ford
titulada Its Pity She’s a Whore. Artaud
se refiere a la versión adaptada por Maeterlinck y que se estrenó en el teatro
de L’Oeuvre en 1894. (N. de los T.)
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