SAN
JUAN DE LA CRUZ
CÁNTICO
ESPIRITUAL
VIGÉSIMA ENTREGA
DECLARACIÓN
1
/
Como el alma se ve morir de amor (según acaba de decir) y que no se acaba de
morir, para poder gozar de el amor con libertad, quéjase de la duración de la
vida corporal, a cuya causa se le dilata la vida espiritual; y así, en esta
canción habla con la misma vida de su alma, encareciendo el dolor que le causa.
Y el sentido de la canción es el siguiente: Vida de mi alma, ¿cómo puedes
perseverar en esta vida de cuerpo, pues te es muerte y privación de aquella
vida verdadera de tu Dios, en que tú, más verdaderamente que el cuerpo, vives
por esencia, amor y deseo? Y ya que esto no fuese causa para que salieses de el
cuerpo de esta muerte (Rom. 7,24) para gozar y vivir la vida de tu Dios, ¿cómo
todavía puedes perseverar en el cuerpo, pues son bastantes, sólo por sí para acabarte la vida las
heridas que recibes de amor de las grandezas que se te comunican de parte de el
Amado, y el vehemente amor que te causa lo que de él sientes y entiendes, que
son toques y heridas que de amor matan? Síguese el verso:
Mas,
¿cómo perseveras
¡oh
vida!, no viviendo donde vives?
2
/
Para cuya inteligencia es de saber que el alma más vive en lo que ama que en el
cuerpo donde anima, porque en el cuerpo ella no tiene su vida, antes ella le da
el cuerpo, y ella en lo que ama vive. Pero allende de esta vida de amor, por el
cual vive el alma en cualquiera cosa que ama, natural y radicalmente tiene el
alma su vida en Dios, como también todas las cosas criadas, según aquello que
dice San Pablo: “In ipso vivimos, movemur et sumus” (Act. 17,28), que es tanto
como decir: “En Dios tenemos nuestra vida y nuestro movimiento y nuestro ser”.
Y San Juan (1,4) dice: “Quod factum est, in ipso vida erat”; esto es: “Todo lo
que fue hecho, era vida en Dios”. Y como el alma ve que tiene su vida natural
en Dios por el ser que en Él tiene, y también su vida espiritual por el amor
con que le ama, quéjase porque persevera todavía en la vida corporal; porque le
impide de vivir de veras donde de veras tiene su vida por esencia y por amor,
como habemos dicho. En lo cual es grande el encarecimiento que el alma aquí
hace, porque da a entender que padece en dos contrarios, que son: vida natural
en el cuerpo y vida espiritual en Dios, que son contrarias en sí; y, viviendo
ellas en entrambas, por fuerza ha de tener gran tormento, pues la vida natural
le es a ella como muerte, pues la priva de la espiritual en que ella tiene
empleado todo su ser, vida y operaciones por el amor y el afecto. Y para dar más a entender el rigor de esta
vida, dice luego:
y
haciendo porque mueras,
las
flechas que recibes,
3
/
Como si dijera: y demás de lo dicho, ¿cómo puedes perseverar en el cuerpo, pues
por sí sólo bastan a quitarte la vida los toques de amor -que eso se entiende
por “flechas”- que en tu corazón hace el Amado? Los cuales toques de tal manera
fecundan el alma y el corazón de inteligencia y amor de Dios, que se puede bien
decir que concibe de Dios, según lo que dice en el verso siguiente, es a saber:
de
lo que del Amado en ti concibes,
4
/
es a saber, de la hermosura, grandeza y sabiduría y virtudes que de él
entiendes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario