ANTONIN
ARTAUD
EL
TEATRO Y SU DOBLE
Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda
DECIMOCTAVA ENTREGA
2
LA
PUESTA EN ESCENA Y LA METAFÍSICA (2)
Ocurre a veces que en el
chisporroteo de un fuego de artificio, a través de ese bombardeo nocturno de
estrellas, cohetes y bombas solares, se nos revelan de pronto, en una luz
alucinatoria, y en relieve contra el cielo de la noche, ciertos elementos del
paisaje: árboles, torres, montañas, casas; y su claridad y aparición repentina
quedan ligadas definitivamente en nuestro espíritu a la idea de ese sonoro
desgarramiento de las sombras. No es posible expresar mejor esta sumisión de
los distintos aspectos del paisaje a las llamas que se manifiestan en el cielo
sino diciendo que aunque esos aspectos tengan su luz propia, son a pesar de
todo como débiles ecos del fuego repentino y celeste, puntos vivos de
referencia que han nacido del fuego y han sido colocados en sitios donde pueden
ejercer toda su fuerza destructora.
Hay además algo de
espantosamente enérgico y perturbador en la manera con que el pintor representa
ese fuego, como un elemento aun activo y móvil en una expresión inmovilizada.
Poco importa cómo ha alcanzado ese efecto, es real, y basta ver la tela para
convencerse.
De cualquier modo ese
fuego, del que se desprende innegablemente una impresión de inteligencia y
maldad, sirve, por su misma violencia, de contrapeso en el espíritu a la pesada
estabilidad material del resto del cuadro.
Entre el mar y el cielo,
pero hacia la derecha, y en el mismo plano que la Torre Negra, se adelanta una
estrecha lengua de tierra coronada por un monasterio en ruinas.
Esta lengua de tierra,
aunque aparentemente muy próxima a la orilla en que se alza la tienda de Lot,
limita un golfo inmenso donde parece haberse producido un desastre marítimo sin
precedentes. Barcos partidos en dos y que no acaban de hundirse se apoyan en el
mar como sobre muletas, esparciendo a su alrededor mástiles y arboladuras
arrancadas. Sería difícil explicar cómo es posible que uno o dos navíos
despedazados den una impresión de desastre tan completa.
Parece como si el pintor hubiese
conocido ciertos secretos de la armonía lineal, y los medios de hacer que es
armonía afecte directamente el cerebro, como un agente físico. En todo caso,
esta impresión de inteligencia, presente en la naturaleza exterior, y sobre
todo en la manera de representarla, es visible en otros detalles del cuadro:
por ejemplo, ese puente que se alza sobre el mar, alto como una casa de ocho
pisos, y por el que pasan unos personajes, en fila, como las Ideas por la
caverna de Platón.
Sería falso pretender que
las ideas que comunica este cuadro son claras. Tienen, en todo caso, una
grandeza a la que nos ha desacostumbrado la pintura que es meramente pintura,
es decir toda la pintura de varios siglos.
Además, Lot y sus hijas
sugieren una idea acerca de la sexualidad y la reproducción, pues Lot parece
estar allí para aprovecharse abusivamente de sus hijas, como un zángano.
Esta es, prácticamente,
la única idea social que hay en el cuadro.
Todas las otras ideas son
metafísicas. Mucho lamento emplear esta palabra, pues ese es su nombre, y yo
aun diría que tienen grandeza poética y eficacia material porque son
metafísicas, y que su profundidad espiritual no puede separarse de la armonía
formal y exterior del cuadro.
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