19/10/18



CONDE DE LAUTRÉAMONT

POESÍAS


VIGESIMOTERCERA ENTREGA


Reemplazo la melancolía por el valor, la duda por la certidumbre, la desesperación por la esperanza, la perversidad por el bien, las quejas por el deber, el escepticismo por la fe, los sofismas por la frialdad de la calma, y el orgullo por la modestia.


II (14)


Hay más verdades que errores, más buenas cualidades que malas, más placeres que aflicciones. Nos gusta controlar el carácter. Nos elevamos por encima de nuestra especie. Nos enriquecemos con la consideración con que la hemos colmado. Creemos no poder separar nuestro interés del de la humanidad, no poder hablar mal del género sin comprometernos nosotros mismos. Esta ridícula vanidad ha llenado los libros de himnos en favor de la naturaleza. El hombre ha caído en desgracia ante los que piensan. Pertenece a quien lo cargará menos de vicios. ¿Cuándo no estuvo a punto de levantarse, de hacerse restituir sus virtudes?


Nada está dicho. Uno llega demasiado pronto después de más de siete mil años que existen los hombres. En lo concerniente a las costumbres, como en todo lo demás, ha sido quitado lo menos bueno. Tenemos la ventaja de trabajar después de los antiguos, los despabilados entre los modernos.


Somos susceptibles de amistad, justicia, compasión y razón. ¡Oh amigos míos!, ¿en qué consiste entonces la falta de virtud?


Hasta que mis amigos no mueran no hablaré de la muerte.


Estamos consternados por nuestras recaídas, por ver que nuestros infortunios han podido corregirnos de nuestros defectos.


Sólo se puede juzgar la belleza de la muerte por la de la vida.


Los tres puntos finales hacen que me encoja de hombros de lástima. ¿Es necesario esto para probar que se es un hombre espiritual, vale decir, un imbécil? Como si la claridad no tuviese el mismo valor que la vaguedad en el terreno de las cuestiones.

No hay comentarios: