LECCIONES
DE VIDA
ELISABETH
KÜBLER-ROSS Y DAVID KESSLER
CIENTOVIGESIMOSEGUNDA ENTREGA
15
/ LECCIÓN FINAL (4)
Resulta difícil
enfrentarse a la muerte antes de tiempo, pero la muerte forma parte de la misma
esencia de la vida. Hemos pedido a los moribundos que sean nuestros maestros
porque no podemos experimentar y analizar la muerte antes de que nos haya
llegado la hora. Debemos confiar en las enseñanzas de quienes se han enfrentado
a enfermedades mortales.
Las personas realizan
cambios enormes cuando se encuentran al borde de la muerte. Hemos escrito este
libro para explicar las lecciones que se aprenden al final mismo de la vida a
las personas que todavía disponen mucho tiempo para realizar cambios y
disfrutar de los resultados.
Una de las lecciones más
sorprendentes que nos ofrecen nuestros maestros es que la vida no termina
cuando les diagnostican una enfermedad terminal, sino que en ese momento cuando
empieza la verdad. Y eso es así porque cunado reconocemos la realidad de la
muerte tenemos que reconocer también la realidad de la vida. Entonces nos damos
cuenta de que todavía estamos vivos, que tenemos que vivir nuestra vida en este
momento y que, hoy por hoy, sólo disponemos de esta existencia. La lección más
importante que nos dan los moribundos es que tenemos que vivir todos los días
con plenitud.
¿Cuándo fue la última vez
que miramos con atención el mar, olimos la mañana o tocamos los cabellos de un
bebé? ¿Cuándo fue la última vez que saboreamos y disfrutamos de una comida,
caminamos descalzos por la yerba o miramos el azul del cielo? Por lo que
sabemos, es posible que no tengamos otras oportunidades de vivir estas
experiencias. Resulta revelador oír decir a los moribundos que lo único que
quieren es ver las estrellas una vez más o contemplar el océano. Muchos de
nosotros vivimos cerca del mar pero no nos concedemos tiempo para mirarlo.
Todos vivimos bajo las estrellas, pero ¿cuándo miramos el cielo? ¿Vivimos y
saboreamos la vida de verdad? ¿Vemos y sentimos lo extraordinario, sobre todo
en lo cotidiano?
Se dice que cada vez que
nace un niño, Dios ha decidido que el mundo continúe. Del mismo modo, cuando
nos despertamos se nos ofrece un nuevo día de vida para que lo experimentemos.
¿Cuándo fue la última vez que vivimos un día plenamente?
Nunca tendremos otra
existencia como esta, no volveremos a representar este papel ni viviremos la
vida como lo hacemos ahora. Nunca volveremos a experimentar el mundo como lo
hacemos en la actualidad, con las mismas circunstancias, los mismos padres,
hijos y familia. Nunca volveremos a tener este grupo de amigos ni disfrutaremos
de la tierra y sus maravillas en una época como esta.
No espere a echar una
última mirada al mar, las estrellas o un ser querido. Hágalo ahora.
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