14/11/18




EL ARTE Y LA REVOLUCIÓN


(primera edición: Lima, 1973)



TRIGÉSIMA ENTREGA



EL CASO MAIAKOVSKI (2)



En el caso de Maiakosvki hay que distinguir, desde luego, dos aspectos: su vida y su obra. Después de su suicidio, la primera ha quedado redondeada como una de las expresiones individuales más grandes y puras del hecho colectivo. Sin duda, el suicidio no ha sido más que el milésimo trance de una larga viacrucis moral del escritor, “déraciné” de la Historia y poderosa voluntad de comprender y vivir plenamente las nuevas relaciones sociales. Esta lucha interior entre el pasado, que resiste, aun perdido ya todo punto de apoyo en el medio, y el presente, que exige una adaptación auténtica y fulminante, fue en en Maiacovski larga, encarnizada, tremenda. En el fondo, supervivía tenaz e irreductible la sensibilidad pequeño-burguesa, con el juego de todos sus valores fundamentales de vida, y solamente afuera bregaba el afán voluntarioso y viril de ahogar el ser profundo de la historia pasada, para reemplazarlo por el ser, igualmente profundo, de la historia nueva. El injerto de esta sobre aquel fue imposible. En vano cambió, al día siguiente de la revolución, su chaleco futurista por la blusa del poeta bolchevique. En vano anduvo desde entonces declamando sus versículos soviéticos por calles y plazas, en las fábricas, en los campos, en las “izbas”, en los sindicatos, en los cuarteles del ejército rojo… En vano se hizo Píndaro de la epopeya proletaria. En vano buscó en las multitudes la sugestión necesaria para sovietizar su ánima, íntimamente “désaxée”. Gigantesco de cuerpo, fuerte, con un acento robusto y acerado, de altavoz, recitaba: “Oh mi país! Tu eres un bello adolescente. ¡Oh mi joven República! Tú te yergues y encabritas como una potranca. Nuestros impulsos van derechos al porvenir. Y a vosotras, patrias viejas, os vamos a dejar a cien kilómetros atrás. Salud a ti, ¡oh mi país! Que eres la juventud del mundo…” En vano, todo… En vano… La verdadera vida interior del poeta, aherrojada en fórmulas postizas de un leninismo externo e inorgánico, seguía sufriendo silenciosamente y sintiendo todo lo contrario de lo que decían sus versos. Mientras Maiacovski continuaba confundiéndose en literatura con esa farándula de artistas “revolucionarios”, que aparentan serlo con la misma facilidad con que aparentarían ser valientes, mayores de edad o nocharniegos, la vida interior del poeta, en abierto desacuerdo con un arte que no la traducía, seguía pugnando subterráneamente y debatiéndose en la agonía. Fue la ruptura trágica y desgarrada de todo sincronismo entre la obra y la vida del autor. Y ni poeta revolucionario ni poeta reaccionario salió de él. Su lucha interior neutralizó su sensibilidad y su expresión artística, totalmente. Maiakovski fue un mero literato, un simple versificador, un retórico hueco.


-Guerra a la metafísica -me decía en Moscú-. Guerra al subconsciente y a la teoría según la cual el poeta canta como un pájaro… Guerra a la poesía apolítica, a la gramática, a la metáfora… El arte debe ser controlado por la razón… Debe siempre servir la propaganda política, y trabajar con ideas preconcebidas y claras, y hasta debe desarrollarse en tesis, como una teoría algebraica. La expresión debe ser directa, a boca de jarro…


¿Su poesía respondía a estos enunciados? Evidentemente sí. Sólo que la teoría de Maiacovski, sirvió solamente para hacer de él un fabricante de versos “sur commande”, fríos y muertos.


Las declaraciones de Maiacovski expresan la verdad sobre su obra en el sentido en que confirman el hecho de que ella responde a un arte basado en fórmulas y no en la sinceridad afectiva y personal.


Al sujetarse a un programa artístico, sacado del materialismo histórico, Maiacovski hizo tan sólo versos desprovistos de calor entrañable y sentido, suscitados por tracción exterior y mecánica, por calefacción artificial.


Maiacovski fue un espíritu representativo de su medio y de su época, pero no fue un poeta. Su vida fue, asimismo, grande por lo trágica, pero su arte fue declamatorio y nulo, por haber traicionado los trances auténticos y verdaderos de su vida.

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