EL ARTE Y LA
REVOLUCIÓN
(primera edición:
Lima, 1973)
TRIGÉSIMA ENTREGA
EL CASO MAIAKOVSKI (2)
En el caso de Maiakosvki
hay que distinguir, desde luego, dos aspectos: su vida y su obra. Después de su
suicidio, la primera ha quedado redondeada como una de las expresiones
individuales más grandes y puras del hecho colectivo. Sin duda, el suicidio no
ha sido más que el milésimo trance de una larga viacrucis moral del escritor, “déraciné”
de la Historia y poderosa voluntad de comprender y vivir plenamente las nuevas
relaciones sociales. Esta lucha interior entre el pasado, que resiste, aun
perdido ya todo punto de apoyo en el medio, y el presente, que exige una
adaptación auténtica y fulminante, fue en en Maiacovski larga, encarnizada,
tremenda. En el fondo, supervivía tenaz e irreductible la sensibilidad
pequeño-burguesa, con el juego de todos sus valores fundamentales de vida, y
solamente afuera bregaba el afán voluntarioso y viril de ahogar el ser profundo
de la historia pasada, para reemplazarlo por el ser, igualmente profundo, de la
historia nueva. El injerto de esta sobre aquel fue imposible. En vano cambió,
al día siguiente de la revolución, su chaleco futurista por la blusa del poeta
bolchevique. En vano anduvo desde entonces declamando sus versículos soviéticos
por calles y plazas, en las fábricas, en los campos, en las “izbas”, en los sindicatos,
en los cuarteles del ejército rojo… En vano se hizo Píndaro de la epopeya
proletaria. En vano buscó en las multitudes la sugestión necesaria para sovietizar
su ánima, íntimamente “désaxée”. Gigantesco de cuerpo, fuerte, con un acento
robusto y acerado, de altavoz, recitaba: “Oh mi país! Tu eres un bello adolescente.
¡Oh mi joven República! Tú te yergues y encabritas como una potranca. Nuestros impulsos
van derechos al porvenir. Y a vosotras, patrias viejas, os vamos a dejar a cien
kilómetros atrás. Salud a ti, ¡oh mi país! Que eres la juventud del mundo…” En
vano, todo… En vano… La verdadera vida interior del poeta, aherrojada en
fórmulas postizas de un leninismo externo e inorgánico, seguía sufriendo
silenciosamente y sintiendo todo lo contrario de lo que decían sus versos.
Mientras Maiacovski continuaba confundiéndose en literatura con esa farándula
de artistas “revolucionarios”, que aparentan serlo con la misma facilidad con
que aparentarían ser valientes, mayores de edad o nocharniegos, la vida
interior del poeta, en abierto desacuerdo con un arte que no la traducía,
seguía pugnando subterráneamente y debatiéndose en la agonía. Fue la ruptura
trágica y desgarrada de todo sincronismo entre la obra y la vida del autor. Y
ni poeta revolucionario ni poeta reaccionario salió de él. Su lucha interior
neutralizó su sensibilidad y su expresión artística, totalmente. Maiakovski fue
un mero literato, un simple versificador, un retórico hueco.
-Guerra a la metafísica
-me decía en Moscú-. Guerra al subconsciente y a la teoría según la cual el
poeta canta como un pájaro… Guerra a la poesía apolítica, a la gramática, a la metáfora…
El arte debe ser controlado por la razón… Debe siempre servir la propaganda
política, y trabajar con ideas preconcebidas y claras, y hasta debe
desarrollarse en tesis, como una teoría algebraica. La expresión debe ser
directa, a boca de jarro…
¿Su poesía respondía a
estos enunciados? Evidentemente sí. Sólo que la teoría de Maiacovski, sirvió
solamente para hacer de él un fabricante de versos “sur commande”, fríos y
muertos.
Las declaraciones de Maiacovski
expresan la verdad sobre su obra en el sentido en que confirman el hecho de que
ella responde a un arte basado en fórmulas y no en la sinceridad afectiva y
personal.
Al sujetarse a un
programa artístico, sacado del materialismo histórico, Maiacovski hizo tan sólo
versos desprovistos de calor entrañable y sentido, suscitados por tracción exterior
y mecánica, por calefacción artificial.
Maiacovski fue un
espíritu representativo de su medio y de su época, pero no fue un poeta. Su
vida fue, asimismo, grande por lo trágica, pero su arte fue declamatorio y
nulo, por haber traicionado los trances auténticos y verdaderos de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario