17/11/18



EN PIEZAS

LA TERRORÍFICA MANIPULACIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS

FEDE RODRIGO

1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2018



DECIMOSEXTA ENTREGA



DEL BARRIO 9


No es fácil ser pobre. No. Cada vez está más bravo llenar la tripa y ellos lo sabían mejor que nadie. Debe ser más fácil ser caballo. Acarreando y obedeciendo. Pero son personas. Y se salen del camino.


El Zurdo estaba por tomar un descanso en la canilla del parque. Dejó el caballo negro en una sombra y caminó entre los yuyos hasta la canilla. Le pareció que algunos yuyos estaban llenos de lágrimas pero estaba demasiado cansado para fijarse.


Como siempre, se enjuagó la boca con los dos primeros buches y los escupió. Después sí tomó a placer. Así es que evita que el agua le haga tragar microbasuras.


Lo que a pesar de estar cansado no pudo evitar notar fue la atormentadora imagen del Payaso. Lo respeta sí, pero le envidia un poco el tiempo libre. Debe ser que él no tiene familia. Cuando uno no tiene familia capaz que puede hacer siempre lo que quiere.


En este caso se ataba unas cuerdas a las muñecas y los tobillos como si fuera una marioneta y las tiraba para arriba al grito de “¿dónde estás?” Hacete cargo. ¿Dónde estás?”. El cono con mechones de bolsa de nylon blanca que usaba de sombrero estaba dado vuelta por si alguien quería dejarle una moneda.


-Sé que anda por ahí pero no se hace cargo.


-Buen día, amigo Payaso.


-Capaz que bueno para mí pero ¿esa cara?


-Cansancio, tal vez.


-Se ve que tu día fue largo como pedo de víbora.


-Y lo va a seguir siendo. Tengo para un rato más todavía.


-Bueno, mi hermano, no lo molesto más entonces. ¿Sabés de algún laburito donde un viejo bueno se pueda ganar unos mangos?


-Lamentablemente, no.


-Bue, seguiremos en la lucha nomás. ¿Qué se va a hacer?


El Zurdo se subió a su caballo y se fue. Una enorme montaña de basura sobre dos ruedas lo perseguía como paranoica. El Payaso agarró de nuevo las cuerdas, las enlazó en su brazo preparándolas para tirar pero no le dieron ni la fuerza ni las ganas. Ya no quería más. Ya no había harapo que le quedara cómodo entre tanta hambre.


Y no crean que llegó hasta acá por falta de oportunidades o por ignorancia, más bien todo lo contrario: fue su elección y sabe perfectamente por qué la tomó. Una vez fue joven y emprendedor y estudió y se esforzó y hasta salió del barrio. Y hasta se llegó a recibir en una de las universidades más prestigiosas de la Gran Ciudad. Y con toda la cabeza llena de conocimiento nuevo se dio cuenta que no estaba, que no era él, que estaba demasiado lejos. Fue el conocimiento el que lo hizo desperdiciarse hasta desconocerse. Y entre éxitos: fracasó. Y lloró. Y se vació. Y volvió. Y acá está: viejo pero feliz (luchando por serlo al menos). Ah: letras. Se graduó en letras.



Interrupción de magnates



-Es increíble cómo estos pobres se siguen matando.


-¿Qué te creés, viejito? ¿Qué van a contratar a alguien para que mate?


-No, yo qué sé. Son raros los pobres.


-Yo diría que son bien simples: cada día hay que conseguir con qué llegar al siguiente.


-Más difíciles son nuestras vidas. Todo el tiempo cuidando que el mundo no se caiga.


-Viste que la vida es como una escalera mecánica: si te quedás quiero te vas pa abajo.


-Sí, pero nosotros ya nos pasamos a la que sube.


-Sí. Nosotros y poca gente más.

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