11/2/19


IRMA HOESLI

MOZART: LAS CARTAS DE UN GENIO DE LA MÚSICA

Título del original en alemán: WOLGFANG AMADEOS MOZART
Traducción de Inge S. DE LUQUE


CUADRAGESIMOSEGUNDA ENTREGA


LAS CARTAS DE MOZART COMO ESPEJO DE SU POSICIÓN FRENTE AL MUNDO (2)


REALISMO (15)


AUTOPRESERVACIÓN (2)


Cuando su amigo Grimm duda de que se abra camino en París, Mozart le contesta:


…¿por qué?, veo aquí un montón de miserables chapuceros que adelantan; ¿cómo no habría de poder hacerlo yo con mi talento? (1)


No desea quedarse donde no se lo sabe valorar:


Los señores vieneses (entre los que debe contarse principalmente al emperador) no deben creer que yo estoy en el mundo sólo por Viena. A ningún monarca del mundo sirvo con mayor placer que al emperador, pero no deseo mendigar ningún favor. Creo ser lo suficientemente capaz como para hacer honor a cualquier corte. Si Alemania, mi amada patria, de la que estoy orgulloso, como usted sabe, no quiere recibirme, entonces, en nombre de Dios, tendrá que enriquecerse Francia o Inglaterra con un alemán diestro más; y eso para vergüenza de la nación alemana. (2)


De esta innata autovaloración nace el convencimiento de Mozart de su obligación de preservar su talento. “Si acaso había algo, llevaba en la sangre el ser clásico, el sentido del deber y la responsabilidad del hombre productivo, mucho antes de saber algo de José Haydus o de tropezar con un pensamiento de Kant.” (3)


Beethoven o poseía la misma seguridad, por el contrario, siempre se rebajaba:


Adiós, y no me escriba usted más, el grande hombre, por encima de mí, pues nunca he sentido el poder o la debilidad humana tan intensamente como ahora. (4)

Loas, etc., pero qué es todo eso al lado del gran maestro allá arriba, arriba, arriba, con toda razón el más alto, cuando aquí abajo sólo se burlan de ello. Los enanitos quieren ser los más altos!!??? (5) El verdadero artista no tiene orgullo. Desgraciadamente ve que el arte no tiene fronteras. Percibe lejanamente qué distante está la meta, y mientras otros quizá lo admiran, él se entristece por no haber llegado aun donde su buen hado le ilumina como un sol lejano. (6)


Mozart siente a Dios en su propio pecho y crea porque se siente superior y seguro de sí mismo. Beethoven, en cambio, cuya meta estaba situada práctica y teóricamente en un mundo ideal e inalcanzable, siempre tiene conciencia, humildemente, de lo limitado de las posibilidades humanas. Al mundo finito le ofrece tozudamente la frente, pero ante Dios se inclina con humildad.


La conciencia de la propia capacidad creadora no conduce tampoco en Mozart a exagerada petulancia. Se siente agradecido desde el fondo de su corazón limpio, y consciente de su responsabilidad, sin trabas de conciencia, administra su talento. Su fe no es continua humillación, pues para él “hay un camino que lleva allí, por el cual el hombre marcha strebend bemüt *, siempre adelante, acercándose al ideal, aunque nunca pueda llegar completamente a la meta debida, a la insuficiencia de sus fuerzas”. (7) Ante lo intangible, Mozart tiene un silencioso respeto y se contenta sin queja con las naturales limitaciones terrenales.


Lo que sus cartas contienen de religiosidad demuestra nuevamente la evasión hacia la fe por un sentimiento de autopreservación en momentos difíciles. “Él es religioso, en cuanto la religión se identifica con la armonía.” (8)


Notas


(1) A su padre, París, 31-VII-1778, I, 503.
(2) A su padre, Viena, 17-VIII-1782, II, 175.
(3) Becking, p. 167.
(4) Beethoven a Zmeskall, Viena, ¿-IV-1810, pág. 63.
(5) Beethoven a los hijos de B. Schott, Viena, fin de junio o comienzo de agosto de 1824, pág. 207.
(6) Beethoven a Emilia M. en H., Teplitz, 17-VII-1812, pág. 90.
* Strebend bemüht,  “ambiciosamente solícito”. (N. del T.)
(7) Becking, pág. 48.
(8) Busoni, Von del Einheit der Musik, 1922.

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