Despojos de un cumpleaños en el centro

Continuando un poco el hilo de la conversación, le comenté al oído cuales eran las supuestas reglas que tendríamos que aplicar para poder siquiera, llevar a cabo lo que muy inteligentemente me sugería ella sin palabras y hasta sin gestos.

Claro, como todo discurso de quien conoce el Arte de seducir, y sin decir mas, la cochina haciendo uso de tales dotes que pueden socavar los cimientos de cualquier templo de Fe, asintió tímida ante mi insinuación que no fué tal.

-Ellas, despertarán en la mente del hombre una idea obsesiva, una especie de piloto suicida o quizás si uno tiene suerte, nos convertiremos en un monigote que no tenga otra cosa que hacer que pensar en ella, porque esta guacha, este pedazo de mujer convertido en Arcángel, conquistaría mis mañanas, como lo han hecho tantas, y me convertirá en el amo y señor de sus deseos, llevándome muy lejos, tanto, que ni siquiera hoy lo podría adivinar.

Uno, así animal como es, aunque pueda haber aprendido los modales mas refinados perimidos por la caída de los sueños, y ya viejo como lo estoy, no basta para poder conocer todas las magias con que estas Hechiceras devenidas en Reinas nos suelen inventar y la libre expresión de su mentón, dejó tocar mi mano que rápida y austera, no dudo en acompañar una última frase que encendió el silencio.

Ella, que simulaba dejarse navegar por mis ojos, bajó su mirada y se descansó en mis labios, como invitándome en un lenguaje que ignoro pero que misteriosamente interpreté a fundirme en el regazo de su lengua.

Sin embargo, y como corolario del prefacio, olvidé cualquier deseo y me dejé llevar por la profundidad de sus mares, tan celestes como el Azul del cielo que tiene por ojos.

Después no se, pero no quisiera decir, lo que pareciera obvio, ni simular por humildad lo que mis oídos interpretaron de su boca sabia hasta entonces, llenandome de mimos en una orquesta de sinfónicos poemas.

Mas luego, me estrellé ante su sonrisa unos instantes antes que su perfume se materializase en formatos multimediales, y vislumbRé desde los poros de su piel, los famosos agujeros negros, tan llenos de Klee y Paul Mc Cartney, y sin desmentir mi oposición a todo concepto o idea, retrocedí lentamente mientras su lengua no prestó atención a mi despedida y quedó flotando en el aire invitándome chuparla como a un helado de morango y difuminarme en un disparo letal a la caricia que se deslizó lentamente desde la superficie de su corazón hasta unos momentos antes de poder tocar su rodilla izquierda (lado interior para mayor referencia).

Se que parece tonto, pero juro por lo que uds. puedan creer, que ahí no había nada, ni amor, ni odio ni pasión. Fuimos, por decir algo, como dos astros, o estrellas latentes, que por su proximidad se atraen sin una órbita aparente en la cercanía de por lo menos, dos o tres reencarnaciones, pero llamémosle para parecer lógicos, años luz en que podamos orbitar por ahora.

La agonía de su tristeza se evidenció, cuando rompió en una sonrisa que ilumino todo.

Ya no quedaba los restos de la vela que de repente se desvaneció sobre una mesa que ahora nos separaba, y nuestras manos entrelazadas se desprendían en la letanía de quien medita mirando el horizonte, que en este caso, eran esas rayitas negras dispuestas tan armónicamente circular sobre ese cielo parecido a la mar que tenía por ojos.

Una moza vino cortando el aire con un recetario a ofrecer lo que ya habíamos devorado y sin embargo, como atletas de un pentatlón que llegan a la meta, sudorosos con los poros impregnados del calor del otro, pidió una coca y yo un agua mineral.

Se desabrocharon las manos, y nos fuimos cada uno recostando en la curva madera que oficiaba de respaldo, y con una incógnita que hasta hoy no me explico, aparecí en casa, en el Living que todos uds. conocen, tomando mate y mirando como miraba yo, el maravilloso verde del pasto de mi jardín, invadido por las hojas prematuras de este otoño, que ni ella, que no se su nombre y yo, podremos impedir.

Bienvenidos todos a este nuevo ciclo entonces.

Relajémosnos mientras asistimos nuevamente a una de las maravillas, no digo mas grande, sino de las mas recurrentes que la naturaleza nos regala.

Como cantaba Sui Genereis entonces, “bienvenidos al tren” o quizás para otros, les quede mejor lo de Gun`s and Roses tan lleno de vigencia siempre “Welcome to the Jungle”.

Nice Day