21/5/08

19/6/1764 - Historica/mente.

Permítanme hoy, por ser una fecha aniversario para esta comunidad Oriental, rendir un humilde homenaje quien fuera uno de los hombres más preclaros de aquella América que se sacudía del imperialismo Europeo. Hoy, hace 244 años que nacía José Artigas y más que el fundador de una patria, fué ante todo un Hombre realmente con un gran sentido verdadero de "comunidad", y que entiendo es fundamental, para aquellos que Amamos la Libertad, conocer y guardar en nuestros corazones, como un ejemplo de rebeldía contra todo tipo de poder que ejerce la tiranía.

Demás está decir, que José Artigas, fué traicionado y se perdió en un exilio silencioso...mientras los que luego se llamaron uruguayos, luego de consumada la traición le pidieron que volvieran...pero su silencio, fue mucho más poderoso que cualquier palabra.

Como una maldición...los tiempos se suceden como en un mágico espiral...y los hechos se suceden guardando una simetría de la que, tendremos que aprender para no repetir los mismos errores, y por supuesto, para retomar de la fuente donde hay Luz y propagarla para un, estoy seguro, un futuro mucho mas justo y solidario, de este presente que nos conduce a la alienación y soledad.

Solo espero compartir, estas cosas, mas allá si sos argentino, colombiano, chileno...no importa las nacionalidades, importa si, que somos humanos y nada de lo humano nos tiene que ser ajeno, mas allá, de una frontera inventada para subsistir algunos pocos a "costillas" de unos muchos, que aquí y acuyá, sin verguenza, se llama Pueblo.

NICE DAY
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Era un hermoso dia de primavera, de la sexta década del presente siglo, no podemos precisar el dia, ni el año; pero fué por aquel tiempo en que, para eterno arrepentimiento, leccion y ejemplo, encontrábanse á cada paso escombros y ruinas, en el camino de esta ciudad á la Union; y que producian un efecto penosísimo en el ánimo de los viajeros, al recordar éstos que aquellos sitios yermos y solitarios entonces, habian sido en otra época el asiento, sino de un pujante imperio, de una población laboriosa y floreciente; mientras que por aquel tiempo, sombras funerarias, de millares de victimas, parecia que giraban en torno de aquellas ruinas... En uno de los "Omnibus" que salió en aquel dia, á eso de la una ó dos de la tarde, tomó en el pasaje el que estos mal aliñados renglones escribe. A poco andar notó éste que dentro de aquel mismo carruaje, iban, entre otros pasajeros, dos personas muy distinguidas. En el momento que se preguntaba á sí mismo, ¿quién serán estos dos señores? uno de ellos, aquel que con su brazo izquierdo tocaba su brazo derecho, le dirije la palabra al otro, que le quedaba vis á vis, como obedeciendo á un deber de urbanidad, preguntándole: ¿es usted el señor don Justiniano Pérez? —Si señor— le contestó éste. —¿Y podré sabér á mi vez con quien tengo el honor de hablar?Porque nó? Soy el general Paz. En seguida se dieron la mano.

Señor Pérez, dijo el general Paz, creo que lo más agradable que podré decir á usted, es darle noticias del General Artigas. Efectivamente, repuso el primero, tendré gran satisfaccion en oírle. Después que terminé, dijo el general Paz, los asuntos que me llevaron al Paraguay, hace poco tiempo, creí que era de mi deber no salir aquel pais, sin ir ántes á saludar y ofrecerle mis servicios al General Artigas. Tomé informes y fui en efecto á visitarlo á su residencia. Me encontré con un hombre verdaderamente anciano; pero en quien existía el mas puro y sublime amor por su patria... Sólo tenia en su compaña un negro, tambien anciano, que le acompañaba desde tiempos remotos, y que me pareció ser oriundo de este pais.

Este negro hacia las veces de mucamo, cocinero, caballerizo y asistente del General, acompañándolo cada vez que salia á paseo. A penas me habia revelado, á aquel verable anciano, cuando, entusiasmado, me acedió con preguntas. ¡Con que atención oia, media y pesaba mis palabras! Era una cosa verdaderamente edificante el ver la animacion y rejuvenecimiento que recobraban de hito en hito aquel rostro y aquellos ojos. Parecia que concentraba todas sus fuerzas vitales en el sitio de la inteligencia, para manifestarme su angustia y su profunda tristeza por el estado de guerra en que se hallaban en aquel momento sus compatriotas
.

¿Será posible, me decia, que no puedan entenderse unos con otros, los Orientales? ¡Oh esto es horrendo! Me ha dicho usted, General Paz, que hay estrangeros con unos y con otros. Está bien. Pero, ¿cómo es que se entienden con éstos, y no se entiendan con los suyos propios?... Para el General Artigas este punto era una cosa inconcebible, un misterio, una aberracion. El no podia esplicarse como podían los Orientales con el ejemplo de la alianza de los Scitas con los Romanos y la de los Lascaltecas con Hernán Cortés, aliarse á estrangeros ambiciosos de su patria, y relativamente mas fuertes, para hacerse la guerra.

Esto, General Paz, me desorienta, me entristece y me acibara la vida, á punto de preferir la muerte aquí, á vivir en mi tierra. Por otra parte, yo le he prometido al General Francia, mi palabra de honor, de no salir del Paraguay. Su gobierno ha tenido conmigo todo género de atenciones y hasta la de acordarme una pension.

Felizmente hoy no la necesito porque con los productos de esta chacra, tengo lo suficiente para vivir como usted lo vé, y hasta me permiten hacer donativos á los pobres de mi vecindario.

Efectivamente, señor Perez, el General Artigas en su ostracismo, atenuaba los efectos de su nostalgia, cultivando y haciendo cultivar la tierra; e imitando en esto á Cinsinati, era llamado en su comarca, el padre de los pobres.

Por no hacer, dijo el General Paz, demasiado larga mi visita, le pedí al General Artigas me acordara otra para el dia siguiente inmediato, a lo cual accedió gustoso; agregando que saldriamos á dar una vuelta a caballo, por los contornos de su chácra.

Al siguiente dia fuí a la sita, para darle al general mi adios, quizá para siempre... Al poco rato de mi llegada a su casa, víno el negro diciéndole al General, que los caballos estaban prontos.

Muy bien contestó éste; y dirigiéndose á mí, me dijo: ¡Ea, General, emprendámos la campaña! En seguida le acompañé hasta fuera de la habitacion, dándole como era natural la derecha; lo que notado por él me dijo: no use usted ceremonia.

Estaba el general Artigas con las riendas en las manos, agarrando con estas la crin, fue el negro y le puso el estribo en el pie, dio un salto el general y quedó arriba.

Acto continuo entonando la voz la dirige a mí y me dice: Ahora si general Paz; ¡QUE VENGAN PORTUGUEZES: QUE VENGAN PORTEÑOS!!

El General Artigas notó al momento que habia alguna inconveniencia en esa última palabra, y la corrigió diciendo, no, que vengan REALISTAS. En el paseo, aunque someramente, algo se habló de: política. El que habia sido el Primer Jefe de los Orientales, y protector de Entre Rios, Corrientes, Santa Fé y Córdoba habló en aquel momento, imitando con sus palabras el último canto del Cisne.

Dijo, General Paz, yo no hize otra cosa que responder con la guerra, á los manejos tenebrosos del Directorio, y á la guerra que él me hacia por considerarme enemigo del centralismo el cual sólo distaba entonces un paso del realismo. Tomando por modelo á los Estados Unidos, yo queria la autonomía de las Provincias, yo queria que fueran Estados, y no Provincias, lo cual se aviene mejor con el sistema confederado; —dándole á cada Estado, su gobierno propio, su Constitución, su bandera, y el derecho de elegir sus Representantes, sus Jueces y sus Gobernadores, entre los ciudadanos naturales de cada Estado. Esto era lo que yo había pretendido para mi Provincia, y para las que me habian proclamado su protector.

Hacerlo así, habria sido darle á cada uno lo suyo, erijiendo al mismo tiempo un monumento á la Diosa Libertad, en el corazon de todos. Pero los Pueirredones y sus acólitos, querían hacer de Buenos Aires, una nueva Roma imperial mandando sus procónsules á gobernar, las Provincias militarmente, y despojárlas de toda representación política, como lo hicieron rechazando los diputados al Congreso que los pueblos de la Banda Oriental habían nombrado, y poniendo á precio mi cabeza.

El fusilamiento de José Miguel Carreras, y el manifiesto de sus hermanos, á los Chilenos, serán eternamente mi mejor justificativo: —Llegado que hubo el Omnibus a la Unión, el General Paz y el señor Pérez se despidieron; y el autor de esta narración, que no ha vuelto a ver, ni á uno ni á otro de estos dos señores, ha conservado en la memoria las palabras del primero, como un recuerdo imperecedero—. Para terminarla agregará —Nunca la histonia (sic) será demasiado severa, por mucho que repruebe y estigmatice las veleidades y tendencias políticas de aquel célebre Director;— al menos la historia nacional.

La Banda Oriental fue sacrificada, diezmada y desmenbrada, por la mano de un conquistador estranjero para saciar el odio de aquel Directorio contra Artigas. Mientras tanto forzoso es reconocer hoy que el General Artigas tenia razon, desde que, despues de medio siglo de guerra civil, la República Argentina ha adoptado su sistema político; sino completamente, como lo hará más tarde en su mayor parte. Artigas debe ser considerado como el Bayardo de América. Por defender el suelo donde habia nacido, él peleó contra los Ingleses, Españoles, Argentinos y contra los Portugueses, durante catorce años. Estos últimos, aprovechándose de la ocasión que le ofrecía el tener la Banda Oriental sus mejores fuerzas en el Peru, á las órdenes del General don José de San Martín; de hallarse Artigas en entredicho con el gobierno de Buenos Aires, no teniendo escuadra, ni elementos bélicos suficientes, y con solo reclutas ignorantes y pobres, sin instrucción militar ni alianza alguna, invadieron la Banda Oriental con tropas regulares sitiándola por mar y tierra, y contando además con el criminal concentimiento del Directorio de Buenos Aires... Artigas y los suyos pelearon como espantarnos (sic) contra los Portugueses, como lo declara o confiesa el mismo mariscal Saldanha. Era tal, el empuje y el valor de estos indómitos proclamadores DA LIBERDADE, dice en su memoria este mariscal, QUE CUANDO GAHAVAMOS NOS AS BATALHAS, SAIAM0S DO CAMPO, EU, E OS NOSSOS, TODOS TINGIDOS DO SANGUE E MIOLHOS D'ELLES.

Los Orientales somos hoy, la víctima espiatoria del odio entrañable y tradicional del Lusitano contra el Castellano, y del odio de los Puyrredones y sus acólitos contra Artigas. Ninguna de las Repúblicas Hispano-Sud-Americanas, limítrofes del Brasil, ha sufrido tanto las consecuencias de ese odio, como la Banda Oriental. Véase un mapa geográfico, de los terrenos al Oriente del Uruguay, y se convendrá en que la Banda Oriental tiene hoy á penas poco más de la mitad del área superficial que debería tener por derecho. Si Artigas hubiera vencido, la República Oriental del Uruguay, tendría al presente trece mil leguas cuadradas de territorio —que son las que le corresponden por el tratado preliminar de paz, celebrado entre las cortes de España y Portugal en 1777; pero vencido Artigas, los Gobiernos de Portugal primero, y los del Brasil después, han hecho de nuestra patría lo que han querido; sacando beneficio astutamente, de nuestros estravíos políticos y de nuestra des-unión.

Uvano Cloni

* Se transcribe tal como fue publicado originalmente.
"(...)
Son muy conocidos en la historiografía uruguaya algunos fragmentos de la entrevista que el general José María Paz sostuvo con Artigas en Paraguay durante la Guerra Grande gracias a que Isidoro de María lo aludió en su Compendio de la Historia de la República Oriental del Uruguay. La entrevista fue originalmente publicada en el diario El Nacional el 25 de setiembre de 1884 por un periodista que utilizaba el seudónimo de Uvano Cloni. Paz era argentino, unitario y participó durante la Guerra Grande en el gobierno de La Defensa. Pero, distanciado de los unitarios por considerar que éstos no tomaban en cuenta jamás a las provincias, participó del levantamiento de Arequita, de claro signo antiporteño. Esta puede ser una de las explicaciones por las cuales el general Paz fue a presentar "sus respetos" a Artigas en Paraguay. Según el artículo citado el interlocutor al que Paz narra su encuentro con el jefe de los orientales es Justiniano Pérez, legislador oriental de aquella época.

La producción histórica posterior se remitió siempre a De María, ya que el ejemplar de El Nacional que contenía este artículo se consideró extraviado durante décadas . Esta semana las palabras de Artigas, a través de la versión del general Paz, volvieron a la vida gracias a la afortunada perseverancia del historiador y funcionario de la Biblioteca Nacional (BN) Universindo Rodríguez Díaz, quien, tras exhaustiva búsqueda, localizó el famoso ejemplar extraviado entre una gran pila de materiales no clasificados en uno de los depósitos de la BN.
(...)"

(El Nacional, Montevideo, año II, 25 de setiembre 1884
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10 comentarios:

Cirulaxio dijo...

El "manco" Paz también fue callado en esta orilla, sus postulados de autonomía de las provincias no supieron ser excuchados por el caudillaje del interior, hacendados con su vista puesta en el puerto, salvo Córdoba y Sgo. del Estero.
Nunca había leído que Paz y Artigas se hubieran conocido.
Loable.

Un abrazo.

Z E N dijo...

CIRUX. Gracias por su comentario. Si, es verdad, yo tampoco hasta hoy, preparando el post, había leído siquiera esta crónica...

Espero, que nos sirva para ir recomponiendo otra historia, fermental y fundamental sobre todo, en la formación de nuestras comunidades y obsérvese, que no digo países, ya que me gusta retomar la conformación un poco más cimarrona si se quiere.

Porque de este post? justamente, primero, para homenajear a Artigas y reinvindicarlo, como hombre de ideas y acción, dentro de los que somos los creadores hoy, de esta Latinoamerica hermosa, que tiene voz propia y una cultura que ya es innegable que a partir de sus Artistas, de su Cultura, ha marcado a fuego la historia de nuestra civilización. De ahí, que conocer un poquito aquellos que fueron aplastados por los establishment de turno, con su gesta de gradeza despojada de individualismos y sobre todo por un bien colectivo...en fin, disculpe que me extienda, pero son temas que por lo menos hoy, me apasionan.

Un abrazo grande y gracias.

angela dijo...

muy bueno ZEN
BESO

Z E N dijo...

ANGELA: Gracias amiga.
Vamo'arriba!!

Un beso para Ud.

Hakuna! dijo...

zen: guenos dias zen, te saluda una hakuna totalmente congelada, desde la salvaje patagonia en donde hace mucho mucho frio!!
primero que nada queria decir que ¡donde estan sus post anteriores?? no los encuentro... (el que busca encuentra) ya lo sep.
segundo ¿que es de la vida de una personita encantadora que me corregia mis horrores de tipeo y me peleaba?? buaaaaaa se la extraña.
y tecrero muy buen post hablando de paz... en estos tiempos es lo que todos deseamos, solo hay que unir fuerzas, unirnos nosotros y dejar a un lado las estupidas diferencias.
vuelvo en un ratin, mi examen de economia espera, grrrrr me toca el hombro noooo!!!
cambio y fuera.
un abrazo grande zen!!!!

Z E N dijo...

HAKUNA: Si? con mucho frío? habrá que darle al chocolate y al fuego de leña...en lo posible por no hablar de "caliboratos espirituosos".

En cuanto a los post, fíjese en el índice donde dice Críptica, ahí los tendrá todos juntitos los últimos tres.

Como decía el "Martin Fierro": "Los hermanos sean hunidos, sea ésta la ley primera".

Un abrazo grande Hakuna y toda la fuerza para el examen de economía.

Recursos para tu blog - Ferip - dijo...

Acá estoy...leyendo sobre Artigas...
qué actitud!
Quedan próceres?

Z E N dijo...

FERI: y...deben quedar sumergidos bajo la ignorancio y la "goma de borrar" de los medios de comunicación.

Pienso que es parte de la naturaleza, sublevarse ante las injusticias, y parece que también, borrarlos y ocultarlos, para que no se contagien.

Un abrazo

Gise =) dijo...

Que bueno eso que nos cuentes historia como si fuera un relato asi da gusto porque no haran eso los profesores????
Besotes guapo!!!!!!!!!!!

Z E N dijo...

GISE: Me alegro que le guste, guapa...gracias por la fuerza siempre.

Un beso grande.