Humus Rioplatensis

Boomp3.com

Y el cuatro nomás, festejamos el día del patrimonio, así, en la calle con los tambores, las bailarinas, los travestis, briscos y prostitutas. Chorros, “cafishos” y por gente reventada por el “laburo”, alienados, desprotegidos, desdentados.

La cita era a las tres de la tarde, así que a esa hora, las puertas del club cuyo nombre ya no recuerdo, estaban abiertas y gente del barrio entraba y salía. Cada uno en sus cosas…las nenas, ya haciendo brotar su cuerpo a la magia sensual de un exhibicionismo eufórico y seguramente muchas de ellas, se perderán en la vida vaya a saber de que manera, resignadas, y a lo sumo de operarias en alguna procesadora de pescado o por las cíclicas zafras de los frigoríficos.

Otras, semichangos envejecidos, encuentran hoy La gloria de centrar las miradas, en su otrora cuerpo carne de gavilan, desfilando por esta locura que nos invade a todos. Ya, antes de comenzar, algunos tamboriles ya van templando sus lonjas y repiquetea solo, lejos, y otro, en algún otro lado de aquellas cuatro esquinas, contestará distraídamente confundiéndose con los ladridos de los perros, que como en toda llamada, se sorprenden de tanta cantidad de gente en este, un barrio tan tranquilo.

El “techito medeiros”, fiel a su condición de galán venido a menos, ahora ya sin algunas de sus piezas dentales pero empastillado se ha puesto charlatán y conquista a las jovencitas del lugar, con ademanes semejantes a un pastor evangelista, convoca a sus amigos a acompañarlo a seducir y engañar a las gatitas en celo sin descubrir aún ellas, que será desfloradas por un prepotente conquistador que derribe mitos, y alcance verdades de alcohol y pasta base, paco o crack, como gustéis llamarle.

La policía no podía faltar. Desde el del puesto de chorizos, se siente una voz anónima que le grita “anda a buscar chorros bo” y un petardo estalla, y nos sobresalta a todos.
Incrementa la tensión de la largada.
El morocho, el dueño de la comparsa sale al cruce, para hablar con el patrullero, ese no invitado que en cada manifestación popular, se hace presente. El morocho, es el capo, se los chamuya, mientras los chorros y los cafishos, dan la espalda tomando enlentecidos buches de cerveza.

La confianza de que no pasa nada con la cana, nos hace ganar la calle que, las madres, acompañan a sus hijas, las futuras bailarinas de las comparsas, las hacen exhibirse, ellas brillan con la inocencia encendida tipo Hi5. Otras madres, acompañan a sus varoncitos con pequeños tambores, para que comiencen a sentir al tambor. Ellos son, los que llevarán en el futuro, la fuerza al paso del tronar de los tambores.

En el boliche de enfrente, la cumbia suena en una radio alargada y reclama su reinado también, Las mesas de aquel bar pirata, llenas de cervezas y algunas sillas vacías de urgentes visitas de algunos parroquianos al baño para orinar, o vaya a saber que encontrarán los pulmones de aquellos malandrines para saludar al dios Momo esta tarde.
Cafishos con cadenitas de oro, me levantan el vaso en señal de salud, me invitan porque si de algo se caracteriza las fiestas populares en estas costas, es la generosidad de toda esta gente. Hoy, se hará un alto a la desgracia, al sufrimiento, al dolor. Hoy, no habrá ni peleas, ni robos, ni nada de eso que nos manda cotidianamente el informativo de las zonas marginales de la ciudad. Hoy, es todo fuerza, alegría, solidaridad, compañerismo.

Las lonjas, ya vienen sonando, las banderas con sus largos mastiles agitados, abren la cancha y su palo, nos roza a todos en una desmesura bien medida vereda a vereda. Un séquito de banderas más pequeñas la secundan, levantando por los aires el perfume de la fiesta que ya comenzó.

Detrás, las vedettes, que son quizás una sátira, a las hormonas sugeridas desde los modelos televisivos. Estas mujeres, tremendamente comunes, nos regalan a todos su sonriza, sus cuerpos, sus meneos. Los aplausos y los gritos de aliento se hacen sentir. “Sacuda Claudia sacuda” o “Muestre Soña, muestre!!!” que gritan eufóricas las vecinas y amigas sentadas en las sillitas de madera dispuestas en la vereda, junto a un montoncito de gurises de ojos grandes mirando todo.
Adlescentes, con la mirada preciosamente libidinosa, se muerden los labios y sonrien registrando tanta carne brillante, sabrosa expuesta al Sol. Seguramente Salgadito, se masturbará pensando en Rosa, la esposa gordita y queredendona del almacenero y esta, sentirá el asco que le produce su esposo cuando la aborde a la noche, pero ella, cerrará los ojos y recordará, que hoy también, los ojos de Ramiro, el esposo de la vecina malcogida. El, la veía hoy toda en cueros, bailando para el, para cuando esté con la envidiosa esa, se acuerde de ella, tan caliente esperando gozar algún día, con quien todavía se caliente con sus aspiraciones vencidas.

Y los tambores, desde atrás, cierran la euforia que un montón de gente que a su paso, abandona sillas y veredas, para seguirlos detrás, bailando, alzando al cielo la botella de plástico no retornable con medio litro de vino que va quedando a tomar, de esos, que deja los dientes avioletados. Y los tambores lo consiguen nuevamente a su paso, sacudir nuestros cuerpos, sentirlos vibrar en el vientre y cambiar el espaciotiempo y sentir la fuerza. Nos miramos todos y sonreímos, estamos sonriendo, estamos bailando.

Miro calle abajo, y a los cien metros veo que arrancaron los porteños, que en realidad, son los uruguayos que se agruparon en bs.as. y se llamaron las lonjas de San Telmo. Pahh son como trescientos son,
El cuerpo de bailarinas, es un espectáculo. Todas producidas, hermosas, jóvenes, con cuerpos seleccionados como en la rural del prado. Ellas se sacuden e inovan coreografías. Los veo con las ganas y me acuerdo de Gardel. Seguramente, quizás, dentro de treinta años, el mundo conozca al candombe, como un ritmo argentino, y está bien que sea así, hasta que no aprendamos nosotros aquí, a valorar y a defender a los artistas. Que sea como un castigo eterno, mas que por el tamaño y la cantidad, sino por la falta de valor, que le dan los uruguayos al Arte Oriental. Por eso, quizás hay que reconocer también, que existe y es verdad una cultura rioplatense, y es porque estamos indisolublemente ligados más que por una lengua, por la lejanía fundacional de una corona, que se ahogaba y se pudría como todo imperio en toda historia de cualquier sociedad humana.

Cuando termina, todos parados, frente a un escenario que se había montado en la esquina donde tocaría la banda también que venía de bs.as. El aire, despeinado por el perfume del humo de los chorizos, transpiración, y el inconfundible y cautivante perfume del faso, le dá ese “sheiro”, que nos deja a todos, un sentido de lo seguramente inolvidable que será toda esta fiesta para nosotros.

Martín viene, y me abraza, lo abrazo, nos abrazamos y me dice casi con la vista perdida en algún punto de aquellos, que solo los que alcanzan los sueños saben cual es.
“ta das cuenta, solo nosotros sentimos lo que vivimos hoy, cuanta gente se quedó sin vivir todo esto…” y claro, el, que arrancó desde la mañana en su casa, donde todos los que venían de argentina se quedaron a dormir.
Cuando lo llamo al mediodía para coordinar, apenas podía sentir su voz por los ruidos de tambor que brotaban de su celular.
“esto está increíble…estamos haciendo un asadito, pero nosotros acá, ya arrancamos.
Y si, me imagino…no se cincuenta, setenta personas, haciendo unas llamadas en el fondo de su casa. Y le pregunto ingenuamente…y los vecinos? Ahh una fiesta, una onda terrible todos.

Y así termina lo que vi, esta fiesta realmente popular, de los que creo, son los verdaderos orientales, la mayoría de este pueblo artiguista. Hoy, descendientes de aquellos desamparados al decir de el, están una parte aquí y otra acullá. Pero me gusta verlos, ser parte porque en definitiva, esta es la gente que cobija este pedacito de suelo y en definitiva, porque Dios, así lo quiso. Porque todos, somos Hermanos.

No se cuando, pero les prometo que más o menos todos lo que dije, es lo que registramos, y se los quiero mostrar. Porque esto, esto fue increíble.

NICE DAY