CHARLES
BAUDELAIRE
PEQUEÑOS
POEMAS EN PROSA
NOVENA ENTREGA
IX
/ EPÍLOGO
El corazón alegre, yo
subí a las montaña
de donde puede verse la
ciudad en su grandeza,
hospital, lupanares,
purgatorio, infierno, baño,
donde toda enormidad
madura como flor.
Bien sabes, oh Satán,
patrono de mi angustia,
que no subí hasta allí
para llorar en vano;
sino cual viejo amante
de vieja concubina,
yo he querido
embriagarme de la enorme ramera
cuyo encanto infernal
sin cesar me da fuerzas.
Que aun entre las ropas
del día tú te duermas,
pesada, oscura, enferma,
o que te pavonees
en los velos nocturnos
de oro fino adornados,
yo te amo, oh capital
infame! Cortesanas
y bandidos ofrecéis a
menudo placeres
que no entienden jamás
los profanos vulgares.
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