HORACIO
QUIROGA
LOS
“TRUCS” DEL PERFECTO CUENTISTA Y OTROS ESCRITOS
Selección, prólogo y
notas: Beatriz Colombi y Danilo Albero-Vergara
PRÓLOGO
(4)
QUINTA ENTREGA
La
poética del cuento (2)
Noé Jitrik ha marcado
la similitud de la poética de Quiroga con la de Hemingway en el valor dado a la
experiencia. Por su parte, Beatriz Sarlo, refiriéndose a “Los destiladores de
naranjas” y a “Los fabricantes de carbón”, sitúa las experiencias de
emprendimientos fracasados en el “pionerismo técnico, una de las formas de la
aventura moderna” donde los protagonistas aparecen como “capitanes de su propia
derrota”. Ciertamente el punto de contacto entre la poética de Quiroga y
Hemingway está en construir una épica del perdedor, el héroe contemporáneo, que
configura a nivel estructural un tipo de trama narrativa de final previsible. El
lector sabe de antemano que el manco de “Los destiladores de naranjas” está
condenado al fracaso o que el protagonista de “A la deriva”, picado por la
yaracacusú, va a morir en su solitario viaje en busca de auxilio. De la misma
manera que el viejo Santiago perderá la batalla contra los tiburones luego de
haber vencido al merlín. Ambos escritores hacen transitar a sus personajes el
camino a su derrota, sin que por eso decaiga, en la previsibilidad del
desenlace, la tensión narrativa.
También como en la
poética del iceberg de Hemingway, las razones profundas de toda esta sorda
lucha de los personajes quiroguianos permanece bajo la superficie de ese mundo
de fronteras, donde se ambientan sus cuentos más acabados. (10) Quizás la mayor
distancia entre los dos narradores sea de carácter antropológico, en la manera
como ven al “otro”, y en la manera como sitúan a sus narradores frente a esa
diferencia. Los protagonistas de Hemingway -con la única excepción, quizás, del
viejo Santiago- van de la civilización a zonas agrestes, como cazadores o “bwanas”,
para escapar de sus conflictos de hombres blancos, víctimas de los males de la
sociedad moderna, en ambientes salvajes, sociedades más primitivas o países
neutrales -ya se trate de las fiestas de San Fermín, la selva africana, la
guerra civil española o la Suiza neutral-. Y este pasaje lo hacen sin perder
jamás su identidad: son capaces de entender los seres y las leyes de esos
mundos donde están transitoriamente, pero sin mezclarse jamás con ellos. En
contrapartida, los protagonistas de los cuentos de Quiroga llegan desde sus propias
nacionalidades, de una u otra orilla, a esa nueva nacionalidad que es la
frontera. Así, en sus cuentos “de monte” se puede adivinar la artesanía de un
lenguaraz o de un trujomán, que oficia de frontera o de lugar de paso entre
distintas lenguas -español, portugués, guaraní- y distintas culturas: la selva,
el pueblo o la ciudad.
Quizás los primeros
registros de la actividad reflexiva acerca de la narración se encuentren en la
correspondencia de Quiroga con sus amigos de El Salto -a los cuales apadrina y
ayuda en sus intentos editoriales en Buenos Aires, tal cual Lugones hacía con
él-. En carta del 13 de junio de 1903 a José María Delgado, insiste sobre el
valor de la escritura constante -“Voy regenerándome a fuerza de trabajo”-, y le
recomienda leer el prólogo de Maupassant a Pedro
y Pablo. En este prólogo habría también que buscar los rudimentos de su “Decálogo…”,
escrito catorce años después.
Notas
(10) Leonor Fleming ha
destacado la presencia de la frontera en la obra de Quiroga a través de
distintos aspectos: el geográfico, el humano, el lingüístico hasta conformar un
“estilo fronterizo”, en el prólogo de Horacio Quiroga: Cuentos, Madrid, Cátedra, 1991.
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