ENCUENTRO CON LA SOMBRA
(El poder del lado oscuro de la
naturaleza humana)
Carl
G. Jung / Joseph Campbell / Marie-Louise von Franz / R
Robert
Bly / Ken Wilber / Nathaniel Branden / Sam Keen / Larry Dossey / Rollo May / M. Scott Peck / James Hillman / John Bradshaw y
otros.
Edición a cargo de Connie Zweig y
Jeremia Abrams.
CIENTOQUINCUAGESIMOCUARTA
ENTREGA
NOVENA PARTE
EL TRABAJO CON LA SOMBRA: CÓMO
ILUMINAR LA OSCURIDAD
MEDIANTE LA TERAPIA, LOS RELATOS Y
LOS SUEÑOS
37: LA UTILIDAD DE LO INÚTIL
Gary Toub (1)
Psicólogo
privado y analista junguiano en Denver. Se ha especializado en terapias
corporales y en el trabajo con los sueños.
Hace
más de dos mil años, el filósofo taoísta Chunag Tzu escribió diversas parábolas
encomiando las cualidades de los seres humanos inútiles, feos o deformes
-jorobados, tullidos y lunáticos, por ejemplo- y de los árboles retorcidos,
nudosos y estériles. Veamos una de esas historias.
Shi, el carpintero, se dirigía
hacia el reino de Chi cuando llegó a Chu yuan y descubrió un roble que servía
de lugar de reunión a la población. El árbol se erguía sobre un montículo
próximo a la población, sus ramas más bajas -algunas de las cuales eran tan
grandes como para poder construir con ellas varias embarcaciones- se hallaban a
unos veinte metros de altura, tenían más de veinte metros de diámetro y su copa
era tan grande como para dar sombra a un centenar de bueyes. La muchedumbre se
congregaba alrededor del árbol como lo hace en la plaza de un mercado. Nuestro
carpintero, sin embargo, ni siquiera lo miró cuando pasó por su lado.
Su aprendiz, sin embargo, no cesaba
de mirarlo y se dirigió a su maestro, Shih, diciéndole: “Maestro, desde que soy
tu alumno jamás había visto un árbol tan hermoso como este. Pero tú, sin
embargo, has pasado a su lado sin echarle siquiera un vistazo”.
Shi, el carpintero, replicó:
“¡Atiende! Ese árbol es inútil. Si hiciera una barca se hundiría; si construye
ataúdes se pudrirían; si lo aprovechara para hacer herramientas se romperían de
inmediato; si hiciera una puerta rezumaría resina; si hiciera vigas las
termitas acabarían pronto con ellas. Es una madera inútil que no sirve para
nada. Por eso ha podido vivir tanto”.
Cuando el carpintero Shi retornó a
su casa el roble sagrado se le apareció en sueños y le dijo: “¿Con qué me
comparas? ¿Me comparas acaso con árboles útiles como los cerezos, los perales,
los naranjos, los limoneros, los pomelos y los demás árboles frutales? A ellos
se les maltrata cuando la fruta está madura, se les quiebran las ramas grandes
y las pequeñas quedan maltrechas. Su misma utilidad es la que les amarga la
vida. Por eso llaman la atención de la gente vulgar y son talados antes de
alcanzar la vejez. Así sucede con todo. Hace mucho tiempo que intento ser
inútil, lo cual me resulta muy provechoso. ¿Crees que si hubiera servido para
algo me hubieran permitido llegar a crecer tanto? Además, tanto tú como yo
somos cosas y ¿cómo puede una cosa juzgar a otra? ¿Qué puede saber un hombre
inútil y mortal como tú sobre un árbol inútil?
Shih, el carpintero, despertó y
trató de comprender su sueño. Entonces su aprendiz le preguntó: “Si quería ser
inútil, ¿por qué sirve de santuario a la población?”.
Shih, el carpintero, respondió:
“¡Calla!” Su única intención era no ser dañado por aquellos que ignoran su
inutilidad. Si no se hubiera convertido en un árbol sagrado probablemente
hubieran terminado talándolo, por ello se ha convertido de un modo diferente a
cómo suelen hacerlo el resto de las cosas. Por tanto cometeríamos un grave
error si juzgáramos a este árbol con criterios ordinarios”. (1)
Notas
(1)
Chuang Tzu, Chuang Tse, editado por
G.F. Feng y J.English (Nueva York: Vintage Books, 1974), pp. 80-82.
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