SAN
JUAN DE LA CRUZ
CÁNTICO
ESPIRITUAL
SEXAGESIMOQUINTA ENTREGA
CANCIÓN
25
Cogednos
las raposas
que
está ya florecida nuestra viña,
en
tanto que de rosas
hacemos
una piña,
y
no parezca nadie en la montiña.
DECLARACIÓN
(1)
1
/
Viendo la esposa las virtudes de su alma puestas ya en el punto de la
perfección, en que está ya gozando el deleite y la suavidad y fragancia de
ellas, así como se goza la vista y el olor de las plantas cuando están bien
florecidas, deseando ella continuar esta suavidad y que no haya cosa que pueda
impedírsela, pide en esta canción a los ángeles y ministros de Dios que entiendan en apartar de
ella todas aquellas cosas que puedan derribar y abajar la dicha flor y
flagrancia de sus virtudes, como son todas las turbaciones, tentaciones,
desasosiegos, apetitos (si algunos
quedan), imaginaciones y otros movimientos naturales y espirituales-, que
suelen impedir al alma la flor de la paz y quietud y suavidad interior, al
tiempo que más a su sabor la está gozando el alma en sus virtudes junto con su
Amado. Porque suele el alma a veces ver en su espíritu todas las virtudes que
Dios le ha dado -obrando Él en ella esta luz-, y ella entonces con admirable
deleite y sabor de amor las junta todas y las ofrece al Amado como una piña de
flores -estando(do) más (de) el am(or) se
hacen más piña-, en lo cual recibiéndolas el Amado entonces (como a la
verdad las recibe), recibe en ella gran servicio, porque el alma se ofrece
juntamente con las virtudes, que es el mayor servicio que ella le puede hacer;
y así es uno de los mayores deleites que en el trato con Dios suele recibir
este que recibe de esta manera de don que el Amado hace. Y así, deseando ella
que no le impida cosa este deleite interior que es la viña florida, desea le
quiten no sólo las cosas dichas, sino que también haya gran soledad de todas
las cosas, de manera que en todas las potencias y apetitos interiores y exteriores
no haya forma ni imagen ni otra cosa que parezca y se represente delante de el
alma y de el Amado, que en soledad y unión de entrambos están haciendo y
gozando esta piña.
Cogednos
las raposas,
que
está ya florecida nuestra viña.
2
/
La “viña” es el plantel que está en el alma de todas las virtudes que dan a la
alma vino de dulce sabor. Esta viña de el alma está “florida” cuando según la
voluntad está unida con el Esposo y en el mismo Esposo está gozando y
deleitándose en todas estas virtudes juntas. Y a este tiempo suelen a veces
acudir a la memoria y fantasía muchas y varias formas e imaginaciones, y en la
parte sensitiva muchos y varios movimientos y apetitos que (como habemos
dicho), con su mucha sutileza y viveza molestan y desquietan a la alma de la
suavidad y quietud interior de que goza. Y, allende de esto, los demonios que
tienen mucha envidia de la paz y recogimiento interior, suelen ingerir en el
espíritu horrores y turbaciones y temores. A todas las cuales cosas llama aquí “raposas”,
porque, así como las ligeras y astutas raposillas con sus sutiles saltos suelen
derribar y estragar la flor de las viñas al tiempo que están floridas, así los
astutos y maliciosos demonios con estas turbaciones y movimientos ya dichos,
saltando, turban la devoción de las almas santas.
3
/
Esto mismo pide la esposa en los Cantares (2,15), diciendo: “Capite nobis
vulpes párvulas, quae demoliuntur vineas: nam vinea nostra floruit”; que quiere
decir: “Cazadnos las raposas pequeñuelas que estragan las viñas, porque nuestra
viña está florida.” Y no sólo por eso quiere aquí el alma que se las cacen,
sino también porque haya lugar para lo que dice en los dos versos siguientes,
es a saber:
en
tanto que de rosas
hacemos
una piña.
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